Sala 3

Jurassic World - El Reino Caído

Hace 25 años que Jurassic Park (1993) abrió sus puertas y a algunos todavía nos tiemblan las piernas al recordar, con claridad y entusiasmo

Publicado: 15/06/2018 ·
10:20
· Actualizado: 25/06/2018 · 16:49
Publicidad Ai Publicidad AiPublicidad Ai
  • Jurassic World-El Reino Caído. -
Autor

Jesús González Sánchez

Jesús González es graduado en Ciencias Ambientales y profesor de Educación Secundaria en El Puerto

Sala 3

Análisis crítico (más pasional que racional) de los mejores estrenos cinematográficos de cada semana

VISITAR BLOG

Hace 25 años que Jurassic Park (1993) abrió sus puertas y a algunos todavía nos tiemblan las piernas al recordar, con claridad y entusiasmo, cada uno de los momentos emblemáticos construidos por Steven Spielberg. Tras dos secuelas y un intento de “reboot”, uno puede llegar a preguntarse si tiene sentido volver a visitar el parque temático más famoso del cine; si los dinosaurios siguen despertando el abanico de emociones que provocaron con su primera aparición, o si, por el contrario, todo está divergiendo en un abuso nostálgico carente de inventiva, incapaz de emular las cotas de fantasía del material original. Juan Antonio Bayona no elimina la raíz de este cuestionamiento interno y personal mío, pero sí ha conseguido que me plantee una prórroga tras provocarme pesadillas con su nueva y esperada película: Jurassic World: El reino caído (2018).

El prólogo con el que Bayona abre su película pone de manifiesto que Steven Spielberg no se equivocaba al elegirle para continuar su franquicia. Al director catalán le sobran unos pocos minutos para devolver a la saga su condición de blockbuster rompedor y espectacular, rememorando —y no será la única vez que lo haga— momentos icónicos del material original manteniendo su estilo formal y demostrando su capacidad para cuidar cada detalle técnico dentro del encuadre y la puesta en escena, destacando el uso de la luz para crear tensión y sorpresa.

Esta secuela de Jurassic World (2015) vuelve a contar con el guion de Colin Trevorrow, el principal escollo para que la película pueda ser mejor valorada, y narra cómo la sociedad afronta con escepticismo el incierto futuro de los dinosaurios que habitan la Isla Nublar, amenazados por la erupción de un volcán gigantesco que, parece ser, no tuvieron en cuenta durante la construcción del parque.

La aparición episódica del Dr. Ian Malcolm (Jeff Goldblum) frente a una especie de congreso sirve para mostrar cómo el mundo se debate entre dejar que la naturaleza siga su curso, afrontando la que sería la segunda extinción de los dinosaurios en la Tierra; o rescatarlos en un acto de empatía, obviando su condición de criaturas artificiales y mostrando el fuerte carácter animalista de la cinta, algo que Bayona aprovecha para, de manera algo efectista, provocar la emoción en el espectador. Hay varios planos en la película de Bayona que me fascinan y que encierran las claves tonales y narrativas de la cinta. En el primero de ellos, la cinta se redefine —de hecho son dos películas en una— y abraza por completo el género de terror clásico de los años 50, mostrando la escalofriante silueta de un monstruo recortada por el fulgor de un rayo, coronando una auténtica casa del terror repleta de oscuros secretos. En la otra, un rostro plagado de afilados dientes se superpone al de una niña atemorizada mientras escudriña la oscuridad en el reflejo de un cristal, desbordándose el horror mientras queda escenificado uno de los puntos temáticos claves de la película: lo delgada que puede llegar a ser la línea que separa la abominación de la pureza cuando el hombre juega a ser dios.

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN