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Rampage

Jesús González Sánchez | Existe cierta fascinación por las películas de monstruos gigantes. No suelen ser películas de grandes aspiraciones, pero casi siempre

Publicado: 20/04/2018 ·
10:22
· Actualizado: 20/04/2018 · 10:23
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  • Rampage. -
Autor

Jesús González Sánchez

Jesús González es graduado en Ciencias Ambientales y profesor de Educación Secundaria en El Puerto

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Análisis crítico (más pasional que racional) de los mejores estrenos cinematográficos de cada semana

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Jesús González Sánchez

Existe cierta fascinación por las películas de monstruos gigantes. No suelen ser películas de grandes aspiraciones, pero casi siempre triunfan en taquilla, como si ofreciesen la oportunidad de satisfacer una especie de fetiche, vergonzoso e inconfesable, que esconde un considerable círculo del público cinéfilo.

Repasando las diferentes versiones que se han hecho de King Kong o las innumerables adaptaciones sobre Kaijus que ha protagonizado el archiconocido Godzilla, es fácil comprobar que este subgénero cinematográfico de monstruos gigantes nunca ha dejado de estar de moda.

En la última década, películas como Pacific Rim (2013), Godzilla (2014) o Kong: La Isla Calavera (2017), han vuelto a poner de manifiesto el éxito que casi siempre acompaña a este tipo de cintas, así que era cuestión de tiempo que el actor más monstruoso del Hollywood actual, Dwayne “The Rock” Johnson, protagonizase una nueva entrega de hostias descomunales. Proyecto Rampage (2018) es la tercera colaboración entre Brad Peyton y Dwayne Johnson.

En la segunda de ellas, San Andrés (2015), Dwayne Johnson se enfrentaba de manera absurdamente inverosímil a la fuerza destructiva de un terremoto de proporciones extraordinarias con el propósito de salvar a su familia.

En Proyecto Rampage, el actor norteamericano vuelve a enfrentarse a pecho descubierto contra un poder superior, aunque se producen algunas variantes importantes. Johnson interpreta a Okoye, un primatólogo con escasas habilidades sociales cuyo mejor amigo es George, un gorila albino.

Tras un accidente con un patógeno experimental, el gorila y otros animales sufren una modificación genética que aumenta a la par su tamaño y su ferocidad, poniendo en peligro las vidas de toda una gran ciudad como Chicago.

El origen del conflicto narrativo, natural en la anterior entrega del director, es ahora fruto de un error humano, e incluso se señala a una gran corporación y a sus dirigentes sin escrúpulos como responsables directos del asunto a través de la parodia y la exageración autoconsciente.

El arco del héroe, antes movido por su sentido de la responsabilidad y los vínculos familiares, se alimenta ahora del incombustible poder de la amistad entre “The Rock” y su colega simio. Es curioso que en Proyecto Rampage, donde se aglutinan prácticamente todos los tics del blockbuster moderno hipertrofiados, funcione tan bien la relación entre un actor pésimo —aunque sobradamente carismático— y un simio CGI gigante.

La determinación con la que la cinta parece querer dejar claro su ínfimo interés por tomarse las cosas en serio tiene efectos perniciosos que se dejan notar en el desarrollo del guion o en los absurdos diálogos, pero también logra una virtud totalmente inesperada: entretiene, emociona y se pasa volando (lo cual, en parte, se agradece).

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