Resalta Mariano Rajoy la lealtad constitucional de Andalucía. Es todo un ejemplo, también, de diálogo, llegó a decir el pasado viernes en Cádiz, en el Foro Joly, “y así debe ser” remachó con contundencia. Sus palabras, pronunciadas en el Oratorio de San Felipe Neri, cuna de la Constitución de 1812, pillaban a contrapié a su presidente en esta comunidad, Juan Manuel Moreno Bonilla, quien reiteradamente acusa a la presidenta de la Junta, Susana Díaz, de actuar en sentido contrario. Una afirmación que después de lo escuchado en la capital gaditana deberá poner en cuarentena. Y es que el presidente del gobierno de España no estaba ese día para cuitas partidistas. Es más, ni se molestó en lanzar elogios sobre su representante en este territorio aunque sí lo hizo, en cambio, sobre la que fuera alcaldesa, Teófila Martínez. Rajoy quiso elevar su mirada en tan impresionante marco y puso el foco en la evolución positiva de este país en todos los ámbitos dejando atrás el peligro de la inminente intervención por parte de las autoridades europeas y convirtiéndose, en cambio, en toda una referencia en crecimiento económico y progreso.
Pero no se quedó ahí. Llegó a puntualizar, sin cortedad alguna, que Andalucía mira a España desde la cohesión que, la verdad, es mucho decir, sobre todo si se tiene en cuenta que estamos a las puertas del inicio del proceso negociador sobre un nuevo sistema de financiación autonómica. Incluso, anunció que, conforme al compromiso que había asumido ante Díaz, convocaría para este mismo mes de Mayo el Consejo de Política Fiscal y Financiera en el que abordar este asunto entre el Gobierno y las Comunidades Autónomas. Eso sí, advertía que para que salga adelante este propósito se requiere de un gran acuerdo entre PP y PSOE.
Después de años de la llamada confrontación política que ha venido envenenando las relaciones Junta y Ejecutivo central, el talante demostrado por Rajoy venía a resaltar el papel jugado por Andalucía en los difíciles momentos que hemos atravesado con el desafío del separatismo catalán por un lado y, por otro, con la crisis, cumpliendo este territorio todas las exigencias habidas y por haber para lograr el saneamiento económico exigido. En realidad, los gobernantes andaluces hicieron lo que tenían que hacer: estar al lado de Ley, la Constitución y la convivencia pacífica entre españoles. Sólo resta añadir algo más. Tan sensata actitud debería tener la recompensa adecuada en forma de dotación de las inversiones públicas que se reclaman y ,en definitiva, en el reconocimiento con todas las consecuencias del papel equilibrador que ahora y siempre debe desempeñar Andalucía.
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