Me queda la palabra

Servidumbres y Caprichos

Una institución acusada de machismo, con toda la razón, ya que de sus cientos de miembros a lo largo de la historia, solo nueve han sido mujeres

Publicado: 06/03/2018 ·
23:13
· Actualizado: 21/03/2018 · 08:44
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Autor

Manuel García Mata

Manuel García Mata es licenciado en Geografía e Historia por la Complutense de Madrid,

Me queda la palabra

Temas de actualidad, siendo la cuestión socio-política la más tratada, muy frecuentemente centrada en Rota, mi localidad

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En la semana del 8 de Marzo no podría quedar sin colofón la polémica levantada por aquello de “portavoces y portavozas”. Los argumentos en contra de las reivindicaciones feministas nos remiten a la RAE (Real Academia Española). Una institución que lo que no debe ser es caprichosa y absurda. No hay más que ver de vez en cuando sus doctas decisiones. Es cierto que no ha admitido “hayga”, como reflejo del uso popular, pero, en cambio, no le ha ruborizado la admisión de otras como “almóndiga”, “cocreta”, “albericoque”, “toballa”, “arremangarse”, que ¡manda “uebos”! (por cierto esta, escrita así, también está admitida). También otras curiosidades como “pompis”, “culamen”, o todas aquellas que los pedantes de turno de las tertulias políticas escurran de sus calenturientos intelectos, como “buenismo” “posverdad”, “postureo”, (no tardará en entrar “tacticismo”) y vaya usted a saber. Una institución acusada de machismo, con toda la razón, ya que de sus cientos de miembros a lo largo de la historia, solo nueve han sido mujeres; esperando a 1979, prácticamente doscientos años después de su fundación, 1780, para incluir a la primera, Carmen Conde. De los cuarenta y cinco miembros actuales, solo seis son mujeres y el resto… pues eso, resten y vean. En ningún caso voy a detraer merecimientos personales que seguro la mayoría atesora, pero tras sus decisiones se esconden que menos de la mitad de la nómina son especialistas reconocidos en la materia, como filólog´s o lingüistas; hay arquitectos, historiadoras, filósof´s, cientific´s, escritor´s, periodistas, actores y directores de cine. Puestos a revisar cada una de estas personalidades, se puede echar en falta a otras con parecidos currícula (ya sé que no lo admite la RAE): a ver qué tienen de especial Antonio Muñoz Molina o Arturo Pérez-Reverte, que no tengan Rosa Montero o Almudena Grandes; o José Luis Borau y Manuel Gutiérrez Aragón, que no Icíar Bollaín o Isabel Coixet, ¡Ah, claro! Qué son mujeres. Tampoco se debe olvidar la significancia del color político que en muchos años ha sido un plus para ser integrado en la docta organización, desde los Luca de Tena o el mismísimo cardenal Gomá, en el franquismo, o Luis María Ansón y Juan Luis Cebrián, en nuestros tiempos, (¿tampoco cabría un independiente de quien toda la profesión reconoce su singular valía como Enric Juliana?). No olvidemos que también está en la lista Álvaro Pombo, excéntrico filósofo que se limitaba a repetir las siglas de su partido UPyD, como mensaje para sus mítines; o Félix de Azúa, el impresentable, que por más argumentos le dedicó a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, aquello de que debería estar vendiendo pescado, una “joyita” de Ciutadans. Se podría continuar “ad eternum” sacando perlas de esta entidad, que no dudo que gran parte de sus integrantes no hayan sido responsables de estas lamentables situaciones pero… como las meigas, “haberlas, haylas”.

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