Ciudadano Marín

Publicado: 29/09/2017
El PP-A está incómodo dentro de su piel porque ha perdido todo el protagonismo en una cruzada que inició al elevar a la esfera pública la injusticia tributaria
Pulsando el botón que eleva el ascensor a la última plata del Hotel Guadalquivir se llega a El Camarote, un pub-cafetería que ofrece copas agitadas por los vientos y las mejores vistas al norte y sur de Sanlúcar de Barrameda gracias a sendas terrazas donde se aprecia, entre otros detalles, cómo el río serpentea y baja curvado desde Sevilla, Bonanza, La Algaida, Chipiona al otro extremo, desembocadura en busca de mar donde el langostino pasta al fondo para hacerse único, Doñana templada bajo copas de árbol que aguardan para acunar al sol de la tarde y brisa salada de poniente que atempera la manzanilla quieta en bodega bajo manto de flor. De allí tantos fueron; Medina Lapieza, Manolo Vidal, Agustín Cuevas, el fallecido Juan Rodríguez, Laura Seco, la presidente de Diputación Irene García o el actual alcalde, Víctor Mora han ocupado u ocupan despachos de alcalde en El Palacio de los Orleans, encumbrado a lo lato de la cuesta Belén y destino final soñado para el último Ciudadano sanluqueño de moda por la cafetería del parlamento. Allí gusta atrapar a periodistas y demás con dulces y manzanilla. El Ciudadano Marín, Juan, a quien Susana Díaz a través de Jiménez Barrios trata con detallada delicadeza y le concede cosas bonitas para, así, atarle cerca y menoscabar al mismo tiempo al PP, a quien el PP de Moreno Bonilla persigue estos días para sentarle con viandas y hablar de futuro mientras no sabe hasta qué punto atizarle en público porque consume de su pesebre electoral pero, al tiempo, es el único con quien sumaría gobierno -aunque a día de hoy ni con esas las cuentas darían-, disfruta el momento porque no se imaginó en estas importancias y no sabe bien qué le da más placer si lo de sentirse políticamente tan codiciando o el sabor de unas almejas de fango regadas con vino de su tierra en donde siempre -cuestión, por otra parte, bien fácil de resolver...-.

El impuesto. El PP-A está muy incómodo dentro de su piel porque ha perdido todo el protagonismo en una cruzada que inició al elevar a la esfera pública la injusticia tributaria que se estaba cometiendo en Andalucía referente al pago del impuesto de sucesiones y donaciones al ser ésta la comunidad más cara del país en la materia, lo que ha provocado durante décadas una fuga de riqueza hacia comunidades como Madrid porque heredar allí es casi gratis. "Los hijos no deben pagar por heredar de sus padres" y en eso el PP tiene toda la razón cuando se trata de bienes honestamente ganados y sobre los cuales se han pagado todos los impuestos que marca la Ley, que no son pocos.

Pero ha sido Ciudadanos quien finalmente ha logrado que la Junta ceda y, así, se apunta el tanto ante una demanda que incluso ya aparecía en sondeos de opinión como una de las principales de la ciudadanía. El PP lucha estos días por desvirtuar el acuerdo y advierte sobre la letra pequeña para señalar al gobierno de la Junta y quietarle brillo al logro de la formación naranja, que está inmersa desde el lunes y por provincias en una campaña a nivel regional para tirar del anzuelo electoral ante este pez llamado sucesiones que brilloso y enérgico cuelga de su caña. Claro que el acuerdo alcanzado es mejorable, como todo en la vida, pero lo cierto es que a partir de enero de 2018 el 95 por ciento de las herencias no van a tener que pagar nada por el citado impuesto y esto, se ponga como se ponga el PP, es bueno para los andaluces.

El gobierno de la presidente Díaz sabe que con Podemos es imposible llegar a algún acuerdo medianamente aceptable y/o sensato y eso la obliga a ceder ante Ciudadanos, como quedó patente esta semana apoyando la moción de éstos sobre Cataluña que el PSOE antes había rechazado en el Congreso y para lo cual Mario Jiménez se pasó la semana al teléfono con Marín -estos días en Cataluña-. La estabilidad del gobierno andaluz exige conseguir la aprobación de los presupuestos para 2018, moneda de cambio por la que Ciudadanos ha exigido la reducción de este impuesto siguiendo así la línea del acuerdo que también se alcanzó para los presupuestos actuales y a cambio de lo cual se estableció que no tributarían las herencias de hasta 250.000 euros. El nuevo acuerdo eleva el mínimo exento al millón de euros por heredero, en herencia de padres a hijos y entre cónyuges. Respecto a las donaciones, hay otra medida que no ha tenido demasiada repercusión pero trascendente y es que el acuerdo contempla la ampliación de la reducción autonómica por donación de padres a hijos de hasta un millón de euros para la constitución o ampliación de una empresa individual o negocio profesional. Del mismo modo, también se aplicará una reducción autonómica del 99 por ciento de la base imponible por la donación de vivienda habitual a descendientes con discapacidad. Teniendo en cuenta el volumen ingresado por este tributo en 2016, los andaluces dejarán de pagar cerca de 90 millones de euros -el presupuesto 2017 de la Junta asciende a 33.239,5 millones, por lo cual tampoco supone una quiebra importante-.

Y para contrarrestar las críticas orientadas a que esta bajada de recaudación implicará una reducción de servicios públicos, el acuerdo contiene una subida de los gastos que se destinarán a sanidad, educación e infraestructuras judiciales. De este modo se ha anunciado que el presupuesto en sanidad para 2018 crecerá un 5 por ciento y el de educación un 3,3 por ciento respecto a las partidas del presupuesto del presente año. También es cierto que la consejera de Hacienda, María Jesús Montero, manchó el asunto señalando que de no haber puesto Ciudadanos como línea roja elevar la bonificación de este impuesto se habría bajado el tramo autonómico de IRPF, de lo cual se podría desprender que ceder con este impuesto para aprobar los presupuestos del 2018 ha costado una no bajada de impuestos para todos. Ante lo cual y en resumen parecen claras cuestiones como: absoluto éxito político y, por añadidura, electoral para Ciudadanos y fracaso de un PP que no ha sabido rematar una iniciativa que trasladó a la calle, Podemos se ha quedado al margen y en su habitual debate de "ricos y pobres" compitiendo con un PSOE visiblemente incómodo en su papel de "tragar" y, en torno a todos, una ciudadanía confundida por el tiroteo cruzado y temerosa, tal vez, de que por otro sitio terminen metiéndole la factura por similar importe.

La duda. Impulsado por el éxito de su momento político, el Ciudadano Marín tiene ahora una. Sabe que la próxima legislatura para su formación debe ser de gobierno, pero no sabe si es mejor sumando con el PSOE a cambio de tres consejerías, y ya sabe cuáles quiere, pero quedándose él fuera del mismo y como portavoz parlamentario de su grupo para que la ola socialista no le arrastre como hizo con Diego Valderas y tantos otros antes, o sumar con el PP y, en este caso, sí entrar en el gobierno porque el margen de crecimiento para él y su formación sería mucho mayor que ante un PSOE que tras casi cuarenta años tiene a la Junta y a Andalucía vallada y con centinelas en cada esquina para evitar que nadie brille más allá de lo permitido. ¿PSOE o PP? ¿Susana o Juanma? Su situación idílica es sumar gobierno con ambos y entonces el trozo de tarta sería grande y cremoso, y se le imagina sonriente ante la idea mientras pellizca un pedazo de pan con destino a empaparse entre sabores marineros desprendidos de un cocinado de almejas, su favorito; moluscos que viven enterrados en los barros del Guadalquivir y que, como tantos otros seres, alcanzan su condición plena a las orillas de Sanlúcar.

Bomarzo

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