En este pico del sur

Publicado: 18/03/2016
La provincia de Cádiz tiene 1.240.175 habitantes repartidos entre sus 44 municipios, de los cuales la mayor masa poblacional se reúne en el área metropolitana de la Bahía y Jerez con 642.784 personas. Su superficie, 7.435,85 kilómetros cuadrados, es mayor que todo el País Vasco
La provincia de Cádiz tiene 1.240.175 habitantes repartidos entre sus 44 municipios, de los cuales la mayor masa poblacional se reúne en el área metropolitana de la Bahía y Jerez con 642.784 personas. Su superficie, 7.435,85 kilómetros cuadrados, es mayor que todo el País Vasco; Jerez es la localidad más poblada, 212.226 personas, cabeza de una de las seis comarcas en las que geográficamente está dividida, que son Bahía, Campiña, Costa Noroeste, Sierra, Janda y Campo de Gibraltar. 14 partidos judiciales. El municipio más grande también es Jerez, 1.186 kilómetros cuadrados, el más pequeño Cádiz, 12. El paro es su principal lacra y su 40% sale de la media entre el municipio con mayor índice, Sanlúcar, con el 41,30 por los 11.661 parados de una población de 67.433 personas, y el de menor, Algeciras, con el 32,97 de los 15.874 parados de sus 118.920 habitantes. Con una renta per cápita de 15.814 euros de media en el tercer trimestre de 2015 y según el INE, el 67% de su PIB está en el sector terciario, el turismo; con una ocupación hotelera en 2015 del 49,7%, la visitaron 2.299.895 personas, de las cuales 395.091 llegaron a través del aeropuerto de Jerez, uno de los cinco que existen en Andalucía. La estancia media en 2015 del turista fue de 8,6 días y gastó, al día, 66,75 euros. Por comparar, Cádiz tiene menos ocupación hotelera que Sevilla (53,1) o Málaga (61,4), recibe casi cinco veces menos visitantes por avión que Sevilla (1.925.752) y dieciocho que Málaga (7.162.780), su turista se queda más que en Sevilla (3,4) y menos que en Málaga (9,5), y gasta menos que en Sevilla (79,19) y más que en Málaga (54,64).  En lo demás, por encima del resto de provincias andaluzas. En casi todo.

Día 19. Este sábado se celebra el Día de la Provincia de Cádiz y para ello la Diputación entregará medallas en acto institucional en magno salón de la casa rosa, donde destacadas personas del mundo político y civil festejarán solemne onomástica y, es posible, circule por parte de la concurrencia, al margen de diversas opiniones sobre estilismo en general, un pensamiento común íntimo sobre qué hacer con esta provincia. Qué hacer bien, por variar. Y la verdad es que resulta extraño asumir sin rabia tener los peores índices negativos cuando a golpe de vista resulta evidente que Cádiz es un territorio sencillamente espectacular y de ello se ocupan de recordar casi todos los que viven fuera y no se explican por qué razón por aquí las cosas funcionan tan mal. Vive casi únicamente de lo único que no se pueden llevar y es el clima, su dorado sol, pero no ha sabido sacarle rendimiento a otras muchas bondades.
En España solo había cuatro zonas francas, recintos con sistema fiscal diferente, menos gravoso para las empresas que allí se instalan. Barcelona, Gran Canaria, Vigo y Cádiz, pero desde el año pasado Sevilla ya se ha constituido en zona franca y ahora la alcaldesa de Córdoba habla de crear otra en su ciudad. Si la zona franca de Barcelona es la zona franca de Cataluña, ¿por qué la de Cádiz no puede ser la de Andalucía? La zona franca podría ser un importante aldabonazo en la creación de empleo, más en un enclave puente con África, continente emergente, puerta del Mediterráneo. A ello se une el puerto de Algeciras, primero de España en tráfico de contenedores y segundo de Europa con 4,5 millones en 2015, que continúa sin conexión ferroviaria aceptable hacia el interior y esto resultaría incomprensible en cualquier otro país del norte de Europa.
Tampoco ha rentabilizado tener la Base Naval de Rota, una de las más importantes de EEUU por su situación geográfica y que cediera la dictadura de Franco en 1953; ocupa 6.100 acres de suelo entre Rota, sobre todo, y El Puerto. Casi menos rentabilizó desprenderse del Peñón, esa Roca donde Gibraltar prospera al mismo ritmo que decrece La Línea haciendo bueno aquello de tan cerca y tan lejos. Británicos y yankees se acomodaron hace décadas, se quedaron con dos trozos estratégicos a cambio de poco y, felices, persisten en la idea. La Bahía ha cedido buena parte de sus industrias, Navantia, Astilleros, y el mayor índice de paro se acumula en Sanlúcar, desembocadura del río Guadalquivir, uno de los más grandes de España, donde pasta el langostino, donde hace frontera el Coto, uno de los más prestigiosos espacios naturales de Europa.

A la provincia han venido muchos millones de euros, que se han dilapidado en proyectos que no tienen ningún uso; por ejemplo, la conexión ferroviaria del aeropuerto de Jerez, la cantidad de mini polígonos vacíos construidos por la zona franca o el propio puente de Cádiz, 511 millones de euros gastados, que bien hubieran tenido un destino mejor dado el escaso tráfico que hoy, en verdad, tiene. Las Aletas, un proyecto que podría haber traído grandes empresas a la provincia y los localismos, el gran mal gaditano. Un ejemplo de hasta dónde nos lleva es que la provincia tiene la única Universidad con más de un Campus, cuatro: Cádiz, Puerto Real, Jerez y Algeciras, lo que provoca dispersión, más recursos, falta de unidad de acción. Su suman sectores productivos históricos castigados por las políticas de la UE, que a Cádiz ha pagado por arrancar viñas, desguazar barcos y en lugar de usar los recursos para buscar alternativas, se ha conformado. Poca capacidad de mejorar sectores importantes, como romper la estacionalidad en el turismo, algo tan cacareado y que siempre queda en nada, complementar toda la rica oferta cultural, patrimonial, deportiva para tener un verano, turísticamente, de doce meses. Esta provincia ha sido muy subsidiada y se ha potenciado poco el emprendimiento.

Posiblemente Cádiz tenga además los kilómetros de mejor costa de España, seguro que de Andalucía, pero los accesos desde el aeropuerto por carretera a las primeras playas han sido siempre nefastos y, de hecho, hasta hace bien poco llegar a Chiclana en temporada alta o a las costas de Conil, Vejer o Barbate ha sido una tortura. ¿Barbate? Digno de análisis, esta localidad, de las más pobres del país, tiene paraísos como Caños de Meca, Zahora y Zahara de los Atunes, en la cala de los alemanes se afincaron nazis tras la segunda guerra mundial; el Ministerio de Defensa, tras años y años de petición, no cede en la liberación del Retín, casi diez kilómetros de costa impresionante entre Barbate y Zahara. Entre Vejer y Conil, El Palmar, otros kilómetros de impresionante costa repleta en primera línea de playa de viviendas ilegales, incomprensible a estas alturas de siglo, sucede también en Aguadulce, entre Rota y Chipiona. Para rematar, peaje eterno en la autopista a 7,20 la subida de barrera para terminar de aislar a una provincia maravillosa, sin estrategia común, que no grita salvo cuando entona cuplé de comparsa o quejío en noche flamenca.
Un ejemplo fallido referente a la política comercial histórica es el relativo a los vinos del marco del Jerez, que están resurgiendo gracias a que templos gastronómicos como el Celler de Can Roca airean las maravillas que se crían en las bodegas jerezanas –el Palo Cortado por bandera-. Madrid está exportando una moda londinense, y ya se han tenido que ir lejos, conocida como los sherry bars, más de una veintena de locales abiertos en Londres desde 2005 y donde no entienden la escasa atención que ha brindado la restauración española a lo que entienden como el mayor tesoro vinícola de España. Muy por encima del tinto, que es el vino principal expuesto y consumido en restaurantes y espacios comerciales gaditanos. ¿Qué harían los franceses con la extensa carta de vinos del Jerez? Pues venderlos caros y, sobre todo, crear un negocio muy cuidado institucionalmente con una oferta complementaria sobre rutas, visitas, enoturismo, maridajes, poniendo en valor casas viñas, lagares y promoción en general de este arte considerado como la auténtica poesía de la tierra porque la mezcla con agua y tiempo en bota; pero lo cierto es que las bodegas agonizan y, en no pocos casos, sobreviven llenando barricas de oloroso para envinar madera y venderlas posteriormente con destino a la crianza de whiskie, ron e, incluso, tequila, que etiquetan por ahí con el ya famoso “envejecido en botas de Jerez”.
En este sentido, hay que resaltar la incapacidad de gestión a la hora de manufacturar otras materias primas, excelentes: el atún de Barbate, a Japón y apenas quedan pequeñas fábricas de salazones, las angulas de Trebujena que a diario capturan los riacheros se marchan en camiones cisternas y las presenta Aguinaga como Angulas del Norte, el aceite de oliva y, así, casi todo; por eso tiene mucho valor el trabajo de los queseros de la sierra, los payoyos, cada día más fuertes en una industria de producto único.
ITI. Europa destinará fondos, otra vez y para lo cual ya hay audaces creando empresas para asesoramiento privado…, por 1.350 millones de euros a esta provincia a través de la denominada ITI, Iniciativa Territorial Integrada, destinada a paliar el alarmante índice de desempleo. Otros planes terminaron mal, de hecho alguno de los cuales se instruyen en procedimientos judiciales eternos en los juzgados y que, a este paso y para indignación general, terminarán en prescripciones en masa; habrá que confiar que esta vez y con la lección aprendida se invierta, no es mucho pedir, en generar sistema productivo.
¿Unión? Salvo en Cádiz, en ninguna provincia andaluza se da el hecho de que ocho municipios estén por encima de los 50.000 habitantes y esto la dispersa, al margen del hecho de que dentro de la provincia hay otra como es el Campo de Gibraltar, con pensamiento, carácter y ventoleras propias. En Cádiz capital, gaditano es el que vive de Puerta Tierra hacia adentro; los que viven en la avenida hacia fuera son ya casi ciudadanos de las tierras medias, no digamos el resto. Por tanto, la unión jamás ha existido, mucho menos la política, confrontada eternamente e incapaz de acordar nada. Los planes duran lo que dura una legislatura y tras los cambios políticos se derrumban para crear otros, distintos, no existe continuidad en una idea de gestión consensuada y que debería ser, en determinadas cuestiones, inamovible al margen de quien gobierne. Ejemplo, la plataforma Sur de Europa creada por el PP con Diputación y Ayuntamientos de Cádiz, Algeciras y Jerez; el PSOE no participó porque la entendió como un escaparate político, que seguramente lo era, y ha muerto con los cambios en Diputación, Cádiz y Jerez.
Las excelencias de la provincia son innegables. No cabe duda de que el gaditano, que como tal deberían sentirse nacidos en Jerez, Ubrique o San Roque, se siente orgulloso de esta tierra, no la cambiaría por ninguna otra y tanto aquí como fuera la percepción general es que en pocos lugares se encuentra tal cúmulo de posibilidades para alcanzar una vida placentera, pero eso no basta y el carácter conformista quizás sea el que mejor defina al andaluz residente en este pico del sur, Cádiz, tierra única en casi todo lo bueno y, quizás por eso, deba pagar precio siéndolo también en algunas cosas de lo peor. Claro está, hay otros modos de verlo.

Bomarzo

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