Sí se puede Rota volverá a denunciar este viernes la situación que sufren muchos hogares españoles a causa de la incapacidad de afrontar los pagos de las facturas de la electricidad o el gas. Ahora que se acerca el frío, desde la agrupación señalan que el 17% de los hogares andaluces van a sufrir las consecuencias. Lo hará con un nuevo acto reivindicativo en la plaza de San Roque a partir de las 20:00 horas, donde invita a roteños y roteñas a acudir con mantas y velas para ejemplificar este problema social.
La formación explica que por pobreza energética podemos entender la incapacidad de un hogar de hacer frente al coste de sus necesidades energéticas básicas, está asociada a la carencia de recursos suficientes para satisfacer necesidades básicas, tales como calentarse cuando hace frío o defenderse del calor excesivo, calentar los alimentos y el agua e iluminar nuestros hogares.
Hogares con bajos ingresos y bajos consumos energéticos, con miembros menores a su cargo y con inestabilidad laboral de sus progenitores, son los más vulnerables ante este problema. Pero junto con estas características es preciso considerar las de las viviendas que habitan. Las viviendas construidas son ineficientes energéticamente y eso implica un consumo desproporcionado de energía que dispara las facturas. Por tanto contribuye decisivamente a generar pobreza energética.
En Andalucía junto a esta dificultad no se puede obviar la de aclimatar las viviendas en medio de las olas de calor. Las alarmas sociales han saltado cuando la crisis financiera ha traído consigo pérdida de empleo y las reformas laborales precariedad. Y con ello ha aparecido la dificultad para pagar las facturas de la electricidad y del gas, y los temidos y odiosos cortes de suministro.
En el Reino Unido, el estado con mayor tradición de lucha contra la pobreza energética, la definen como “la situación en la que se halla un hogar que tiene que dedicar más del 10% de sus ingresos a alcanzar un nivel satisfactorio de calor en su vivienda”. Estos niveles, según la OMS se corresponden con una temperatura 21 grados en la habitación principal y 18 grados en las demás habitaciones. Esta definición ha sido actualizada, y hoy consideran que los hogares están en situación de pobreza energética si sus ingresos totales están por debajo de un umbral determinado (60% de la mediana de ingresos de la población) y sus gastos energéticos están por encima de la mediana de gasto del conjunto de la población.
En Andalucía y España en general, en la definición debería aparecer además la dificultad para mantener la temperatura interior de las viviendas a 26 grados, o en cualquier caso, por debajo de 28 grados, que ya dificulta la conciliación del sueño y por tanto del descanso nocturno y recuperación de nuestro organismo. En las olas de calor, las familias en pobreza energética soportan temperaturas de hasta 34 grados.
La pobreza energética es producto de tres factores principales: la baja renta familiar, baja eficiencia energética de la vivienda y el impacto elevado del coste de la energía en el presupuesto familiar. Si a esto se añade la dificultad para interpretar los recibos de la electricidad y de acceder a información sobre las posibilidades de reducir su coste, optimizando la potencia contratada, usando tarifas con discriminación horaria, y sobre todo mediante medidas de autoconsumo con ayudas a la instalación de energías renovables, que permitirían reducir enormemente nuestra factura anual de 50.000 millones de euros en importación de combustibles fósiles, y con ello dotar económicamente de presupuesto para el cambio de modelo energético, urgente y necesario.
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