En estas fechas en que la única conversación posible es sobre el confinamiento y el coronavivus se oyen noticias que obligan a la reflexión. En la última reunión telemática entre el presidente del gobierno y los autonómicos, la presidenta de la comunidad de Madrid le exigió al gobierno 1.200 millones de euros para la sanidad madrileña. Cumplió con su alta misión de atacar al gobierno por tierra, mar y aire y luego demandó el dinero.
Díaz Ayuso es -no se olvide- la que anunció el día que sería elegida presidenta, sin cortarse un pelo, “la mayor rebaja fiscal de la historia” y que “iba a compensar la voracidad fiscal del gobierno” al tiempo que se situaba frente a los “infiernos fiscales” de las otras comunidades. Así, la primera ley que llevó al parlamento regional fue justamente de rebajas fiscales. ¿En qué quedamos? Si el centro de su política es la rebaja fiscal ¿cómo se puede pedir al gobierno nacional que pague los desajustes de la comunidad más rica de España? Madrid, como zona cero de los contagios y las muertes requiere todo el apoyo del resto de España pero eso exige una política fiscal responsable y compartida. No es de recibo convertirse de facto en un “paraíso fiscal” o, al menos, en un “oasis fiscal” que hace la competencia a las demás comunidades para atraer inversiones, sedes sociales de empresas y rentas altas y, al primer contratiempo, -sin corregir la política fiscal- exigir dinero de los impuestos todos los españoles. La competencia desleal de Madrid ha sido denunciada por muchas comunidades españolas porque, además, se beneficia de la prevalencia de la capitalidad en comunicaciones y transportes, sedes administrativas del Estado y de las mayores empresas del país, aspectos que merecen ser tenidos muy en cuenta.
A mayor abundamiento, Pablo Casado se ha identificado absolutamente con esta posición. Lo dijo explícitamente: “Madrid será una referencia a nivel nacional para cuando lleguemos al Gobierno nacional”. Ya se conoce el modelo. Nefasto. Ése es uno de los puntos nodulares que se debatirán tras la crisis. El modelo sanitario, porque no se puede olvidar que hasta el 13 de marzo la competencia absoluta eran de las comunidades. Madrid ensayó la privatización sanitaria y fue frenada en parte por las protestas de las mareas blancas. El otro aspecto será la dotación presupuestaria suficiente -pagada con impuestos- para la sanidad.
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