Se anunciaba que Pedro Sánchez tendría un gesto con Susana Díaz con el que bendecir así las nuevas relaciones que mantienen ambos marcadas por el entendimiento y el apoyo mutuo. Una señal, en fin, que viniera a respaldarla ante el cerco que ejercen los todavía escasos sanchistas que comienzan a plantarle cara a la ex presidenta de la Junta. Y la verdad, es que no ha tardado en llegar en forma de nombramiento en el último Consejo de Ministros. La designación de Sandra García como Delegada del Gobierno en Andalucía ha desvanecido las aspiraciones de aquellos que no hacen más que mover el sillón de Díaz como secretaria general del PSOE andaluz. Se habían hecho fuertes en la idea de simbolizar en este puesto el contrapoder a Díaz. Tanto que, incluso, habían trazado hasta un plan para cuando tomara posesión de su cargo el por ellos preferido para visualizar de forma abierta su desmarque en tan señalada ceremonia.
Sin embargo, van a tener que aguardar a otra ocasión. Está visto que Sánchez tiene más inteligencia que algunos de sus correligionarios aquí cuyas prisas por liquidar a Díaz les ciega. El presidente del Gobierno tiene otras prioridades como sacar adelante unos presupuestos, por ejemplo, antes que abrir al partido en canal, precisamente, en su federación más importante. Y, máxime, cuando cuenta con su apoyo ahora que el debate territorial se intensifica con la solución que se ha de plantear para Cataluña.
Así que tendrán que esperar. De momento , deberán conformarse con digerir el golpe recibido. Si algo ha quedado demostrado es que resulta cierta esa alianza de Díaz con Sánchez cosa que sus contrincantes niegan sistemáticamente. Y, algo más. Queda en evidencia que sabe emplearse en los asuntos partidarios mucho mejor que sus críticos que se mueven como auténticos pardillos, y además,desunidos. Ahora solo les queda consolarse con lo que digan las encuestas de cara al 28F con la esperanza de que su figura salga malparada. En esas estamos.
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