El acuerdo que a toda velocidad han logrado PSOE y Unidas Podemos ha pillado por sorpresa a todos los partidos y a los propios afiliados socialistas y podemitas. Tendrá que votarse por afiliados e inscritos. El que más se ha molestado ha sido Pablo Casado que estaba -por lo visto- deseando de votar a Sánchez si se atiende a sus lloriqueos y quejas. Pero no casa con las declaraciones previas de ningún dirigente del PP, salvo el alcalde de Málaga, que es un digno verso suelto en el PP, y ha pedido la abstención a su partido para defender el interés general. Nunca, ni García Egea, ni Álvarez de Toledo, ni Casado se habían manifestado a favor de la “abstención patriótica” ni en la anterior legislatura fallida ni en la actual, que les demandaba reiteradamente el PSOE. Por eso estamos donde estamos. La posición de Ciudadanos fue la misma. Cero colaboración e invitación a Pedro Sánchez para que sacara su gobierno con “sus socios”, incluyendo en ellos a los independentistas. Ha sido la realidad cruda y dura.
El acuerdo significa que no habrá terceras elecciones. Ese ha sido el objetivo. Tiempo hay para construir la mayoría necesaria para la investidura en segunda votación, donde son precisos sólo más síes que noes. A los grandes empresarios y los intereses del IBEX no les ha agradado el acuerdo. Preferían un gran acuerdo entre PP y PSOE, una gran coalición, que nunca ha estado en la mesa de ninguno de los dos partidos, aunque sí en los bufetes y despachos de influencias y en las redacciones más recalcitrantes. Esto no obsta que sean precisos acuerdos de Estado para temas constitucionales, estatutarios, reformas estructurales, educativas, de pensiones etc. Pactos o acuerdos de Estado, que serán imposibles con Vox, pero necesarios para el Tribunal Constitucional y el Consejo General del Poder Judicial, por ejemplo.
Todo esto se ha cocido mientras los Reyes de España volaban para Cuba y se ha hecho público cuando sus majestades eran vitoreados por La Habana vieja. En el debate electoral Casado, Rivera y Abascal criticaron hasta este viaje de Estado y de hermandad manifestando que el gobierno los obligaba a ir a una dictadura. El rey los ha desmentido vistiendo una elegante guayabera y recibiendo los “Viva España” en las calles habaneras. El pueblo es siempre mejor que sus gobiernos. En Cuba también.
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