Sevillaland

Limpia, segura y silenciosa

He aquí el trío de exigencias inexcusables que el vecino demanda a su alcalde. El trío sobre el que pivotan las reflexiones de los concejales de la oposición...

Publicado: 15/09/2019 ·
22:46
· Actualizado: 15/09/2019 · 22:46
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Autor

Jorge Molina

Jorge Molina es periodista, escritor y guionista. Dirige el programa de radio sobre fútbol y cultura Pase de Página

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Una mirada a la fuerza sarcástica sobre lo que cualquier día ofrece Sevilla en las calles, es decir, en su alma

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He aquí el trío de exigencias inexcusables que el vecino demanda a su alcalde. El trío sobre el que pivotan las reflexiones de los concejales de la oposición para meterle el dedo en el ojo y desbancarlo. Es un clásico. Ya puede el primer edil llevar a la ciudad  la cumbre de algo, como por ejemplo el turismo, que los vecinos quieren limpieza, seguridad y silencio.

Lo del candidato recogiendo basura de la calle está muy visto, pero es de suponer que  si se repite tan ridícula imagen es que cala entre los votantes. Yo agradezco el gesto,  resulta muy útil para escribir columnas sarcásticas. Pimentel y Pérez ya han pasado por  ahí, con sus chaquetas de sport y sin guantes. Son amateurs.

De la seguridad dicen los expertos que es algo subjetivo. Quizás por eso algunos  tenemos la imagen, subjetiva, del cuerpo de la Policía Local como gigantesca montaña  de problemas que no decrece. La acción-reacción entre ciudadanos y agentes es  histórica: los primeros tratan con desapego a los segundos, y viceversa.

Más allá de la subjetividad hay hechos. E intranquilizadores. Ese jefe superior  procesado por filtrar exámenes a la familia; ese concejal imputado por sus amistades con  taxistas presuntamente delincuentes; ese jefe superior (es otro) que se vuelve a su anterior trabajo sin  un adiós; ese sindicato policial anti sistema…

En fin, la tríada se completa con el silencio que, este sí, resulta del todo subjetivo:  nuestras juergas ocurren a unas horas todavía permisibles y, nuestros gritos,  responden a la cultura del sur. Se incluyen actos seudo religiosos con copita final. Todo  ello no es ruido. Ruido, el que hacen los otros cuando uno quiere descansar. Ah, y el de Lipasam, qué barbaridad nocturna es la Brigada Acorazada Lipasam. La tríada que eleva a alcaldes, o los defenestran, no incluye la avalancha de turistas.

Una pena para el concejal del ramo, que está cabreado por las críticas. Lo entiendo. Él  lo hace de diez y le embisten, los muy catetos.  Pero las elecciones, como las finales, se ganan en los detalles nimios. Como los árboles.

Alcalde que tala árboles es alcalde en la picota. Le pasó a Zoido con los que  estropeaban la vista de la Torre del Oro. Y ahora Espadas tiene el reto de  hacer una obra estupenda sin tocar los de la Puerta de la Carne. En el recuerdo,  Becerril torciéndole el brazo a Rojas Marcos por un quítame esos eucaliptos.

Es lo que tiene la llamada política de cercanía. Suma más una acera limpia que un  récord de visitantes coreanos. Lo que hay que ver.

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