Convocadas ya las elecciones generales para el próximo 28 de Abril, los socialistas se aprestan a afrontar este nuevo compromiso ante las urnas apelando al voto del miedo, a la advertencia sobre el peligro que supone el creciente auge de la derecha que configuran PP, Ciudadanos y Vox. Así se ha puesto ya de manifiesto en Andalucía y ahora este fenómeno bien puede reproducirse en todo el país tal y como, incluso, vienen apuntando las distintas encuestas. Sin embargo, ese llamamiento a la desesperada alertándonos de que viene el lobo parece no ser suficiente para movilizar al electorado de izquierdas buena parte del cual se ha disipado en la abstención. Un desmarque que va a costar trabajo desactivar hasta el punto de que el aviso de que llegan todos los peligros del mundo se queda corto dado el desencanto existente.
Algo de eso ya se pudo detectar en esta tierra en donde, a pesar del esfuerzo de última a hora de Susana Díaz para señalar el fortalecimiento del voto ultra durante la pasada campaña de las autonómicas, apenas sirvió. Es más, compañeros de filas llegaron a acusarla de cometer un flagrante error al poner excesivamente el foco en Vox, dándole así más protagonismo del que, entonces, creían que debía tener. Los hechos, sin embargo, le dieron la razón, es más, se quedó corta, tanto, que ahora no quieren sorpresas por lo que se han conjurado todos para luchar contra este factor desequilibrante, y desde un primer momento. Pero se requiere de algo más que señalar los riesgos que nos esperan a la vuelta de la esquina.
Urge establecer un discurso que ilusione, sí, y que entusiasme, al margen de la proximidad de la caverna y el precipicio. Y a diferencia de lo que otros consideraban, también, como un fallo al centrase el discurso en Andalucía, hay que insistir, precisamente, en esa idea de una comunidad que ha abierto el camino para una política territorial justa, que tiene una amplia trayectoria de generosidad para con el resto del país y que ha hecho notables esfuerzos en favor del entendimiento entre todos los pueblos. Con el miedo no se saca a la gente de sus casas, sí, en cambio, con el convencimiento y la idea de que Andalucía tiene mucho que decir ante los difíciles tiempos que nos aguardan. Sólo así se puede articular una propuesta que dinamice y concite el apoyo de muchos aparte del susto que no nos quieran meter en el cuerpo.
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