En román paladino

El sueño de Europa

Dos enemigos nuevos, la América de Trump y la nueva Rusia de Putin

Publicado: 18/12/2018 ·
09:04
· Actualizado: 18/12/2018 · 09:04
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Autor

Rafael Román

Rafael Román es profesor universitario, miembro del PSOE, exconsejero de Cultura y expresidente de la Diputación de Cádiz

En román paladino

El autor aborda en su espacio todos los aspectos de la actualidad política tanto de España, Andalucía y la provincia de Cádiz.

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Cuando los turcos tomaron Constantinopla se produjo para Álvaro Mutis el acontecimiento más trascendente que han conocido los siglos y el que más le afectó personalmente. Ni la revolución francesa, ni la bolchevique,  ni la independencia americana, ni la disolución de los imperios británico o ruso. Los turcos otomanos fueron el peligro que  tambaleó lo que restaba del Imperio Romano, para nuestro Premio Cervantes colombiano. El último vestigio de una cultura y un pensamiento que representaba en Oriente la permanencia de los valores con los que él se identificaba. Antes había caído la Jerusalén  de los cruzados pero  la visión contradictoria de la aventura cristiana levanta algo más que ronchas.

El sueño de esa Europa se mantuvo tras los repetidos y fracasados intentos de  asaltos a Viena, la batalla de Lepanto y la apertura de Europa al mundo tras los descubrimientos de otros continentes que dieron paso a la primera globalización, que era, al menos geográfica,  con la vuelta al Mundo de Magallanes y Elcano.  Se abrió paso con ello  a la creación de los imperios que marcaron un eurocentrismo que no ha concluido sino cuando la propia Europa se ensañó consigo misma en las dos Guerras Mundiales que despertaron los perores demonios de la naturaleza humana. Los totalitarismos y sus excesos también fueron obra europea,  sus peor herencia al mundo. Y eso sucedía en la tierra que se expandía por el universo con la  pretendida superioridad moral de creer  encarnar   los valores de la Ilustración y que no necesitaba justificar su expansionismo porque lo hacía en nombre de valores superiores.

Ahora Europa empieza a reflexionar sobre su futuro. Se ha construido una Unión, que siguiendo el dicho de que naciones que comparten la misma moneda no guerrean entre ellas, se ha asegurado una paz duradera pero que no está exenta de  peligros. Europa ha levantado el fantasma del miedo a nuevos amenazas - aunque sean pacíficas- de las oleadas de inmigración de otras culturas. También el fantasma del terrorismo yihadista. El miedo, miedo al miedo, ha provocado la subida de partidos que defienden una identidad cultural más homogénea, partidos que defienden el nacionalismo frente a la propia Europa, movimientos de cerrazón de Europa sobre sí misma. Dos enemigos nuevos, la América de Trump y la nueva Rusia de Putin,  que, desde cada extremo, jalean  cualquier posibilidad de  disgregación europea. China juega otra liga, la de potencia mundial.

 

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