Las elecciones andaluzas han hecho que cambie el horizonte político español, no solo el andaluz. Andalucía se encamina a un recambio brusco de protagonistas políticos y de altos funcionarios de la administración. Ésta es la parte segura. Los otros cambios que tendrán que calibrar los ciudadanos y los analistas políticos – que están haciendo en pleno diciembre su agosto – es el de las políticas.
¿Qué va a cambiar en Andalucía? Han anunciado a bombo y platillo los tres partidos que van a cogobernar una bajada sustancial de impuestos a todos los andaluces. Una buena noticia para los premiados y mala novedad para el consejero de hacienda que tenga que hacer los presupuestos. Si hay menos ingresos tienen que haber menos gastos. Cualquier administración tiene mucho donde cortar, pero habrá que analizar dónde se meten las tijeras de los gastos con el recorte de los ingresos prometidos. La solución que se le dé a esa ecuación va a dar la dirección del nuevo gobierno. Parece prudente no adelantar acontecimientos ni pronósticos cuando ni siquiera se conoce aún la composición de la mesa del Parlamento de Andalucía y, mucho menos, del gobierno –incluido el presidente-.
Dado que en el momento presente hay dos Papas en la Iglesia Católica, dos Reyes en la Monarquía española y dos presidentes en la Generalitat de Cataluña –aunque ninguno ejerce por lo que se ve en el orden público de esa comunidad-, en Andalucía se podría ensayar contar con los dos presidentes de la Junta de Andalucía que se han presentado de manera irrevocable e irreductible. Ninguno tuerce su mano en el pulso de sus manifestaciones públicas.Las declaraciones de ambos candidatos -Moreno Bonilla y Juan Marín – no dejan lugar a la menor duda. Los dos serán presidentes de la Junta de Andalucía. Sería estupendo porque cuatro ojos ven más que dos. Andalucía podría estar visitada doblemente y las provincias estarán muy contentas de tener al mismo tiempo a un presidente en Jaén y otro en Cádiz. Un presidente de visita en Madrid mientras el otro se ocupa de los asuntos en San Telmo.
Hay pequeños inconvenientes. ¿Pueden jurar el cargo los dos? ¿Se repartirán el sueldo o lo cobrarán íntegramente? Por cierto, juntos suman 47 votos y PSOE y Podemos tienen 50. Como ninguno habla con VOX, tendrán que decirle algo si quieren ser presidentes.
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