Hasta en 16 ocasiones participó nuestro protagonista en los 101. Es el marchador más veterano de la prueba, puesto que únicamente no participó en su primera edición, por estar precisamente en la legión al ser militar Rafael Jiménez Gil, un rondeño de poco más de 50 años a quien nos encontramos durante la cena de la pasta.
¿Qué son los 101?
—Una auténtica locura. Una burrada de prueba, tras la que hay normalmente un reto que te sirve como participante para compartir muchas historias y muchos amigos. Es algo único.
La corriste por primera vez en el 96. ¿Ha cambiado mucho?
—Lo del 96 queda en mantilla con respecto a lo que ocurre ahora, la cantidad de material y personal que se hacen necesarios nos demuestran que la prueba ha cambiado para bien. Impresiona la cantidad de gente que quiere participar en ella.
¿Cómo vives los 101?
—Para mí son una cita anual, como esas otras citas familiares que se dan en muchas familias. Yo preparo mi año en base a los 101, y eso que nunca tengo ánimo de competir. Desde la primera vez, para mí el éxito estuvo en acabar la prueba y poder llegar a meta.
Dicen que eso es lo que hace única a esta carrera…
—La inmensa mayoría de quienes vienen quieren triunfar de esta manera; porque este sábado vamos a salir muchos, y serán muchos los que no van a llegar. Para la mayoría de nosotros, acabar ya es importantísimo.
¿Pensó alguna vez en abandonar durante la marcha?
—Todos, todos, todos los años. Lo que más me cuesta cada año es el tramo entre Setenil y el cuartel. Hay que tener en cuenta que yo hago andando prácticamente un día entero, el día y la noche completos. Al cabo de más de 20 horas, se hace muy muy duro, y hay muchos momentos donde piensas en tirar la toalla. Pero ocurre que somos humanos, y nuestra cabeza puede tirar de nosotros. Mentalmente también hay que prepararse.
Que tenga mucha suerte…
—Muchísimas gracias.
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