Hace unos días, un amigo que asesora a olivareros de Bailén me enviaba una fotografía de un soberbio lince adulto paseando entre olivos centenarios y poco tiempo después una compañera me preguntaba qué eran unos pollos escondidos entre los huecos de un vetusto olivo, enseñándome la imagen de dos crías de buho real. Estas dos fotos me reconcilian con la esperanza de un futuro mejor para la biodiversidad en los sistemas naturales (ecosistemas y agrosistemas) de nuestra provincia.
Nuestra tierra es pródiga en naturaleza: paisajes maravillosos, rincones llenos de vida y oportunidades por doquier para contemplar un sinfín de especies. Uno de los efectos positivos de esta pandemia es que nos está forzando a salir más por nuestros campos y nuestros pueblos, bien sea en el propio término municipal o dentro de los límites de la provincia. En la asociación GEA no hemos dejado de hacer nuestras salidas de senderismo, aunque no han podido ser públicas para respetar las normas frente a la covid-19. Pitillos, el Bosque Encantado, el Puerto del Aire, la ruta de los Quejigos Centenarios o fuera del ámbito de la sierra Sur, las calderas del Tío Lobo, en Albanchez de Mágina, han sido algunas de las últimas excursiones y siempre hemos constatado el aprecio que los jiennenses estamos haciendo por nuestros parajes naturales.
Delia Steinberg afirma que el contacto con la naturaleza es una de las actividades que enriquecen nuestra vida interior y me parece un sabio consejo lleno de sentido. Cuando nos encontramos ante la naturaleza desplegada en su plenitud, en un bello jardín o en los más espléndidos parajes naturales que salpican nuestra geografía, el alma se libera de la opresión del pensamiento redundante y obsesivo en el que acaba nuestra rutina y los estados de ánimo tóxicos se diluyen. La observación de la vida en los mil y un detalles en que podemos apreciarla, nos predispone a comprender sin palabras que puedan expresarlo, que en alguna medida la muerte es sólo un efecto ilusorio de nuestra mente pequeñita, porque la vida es una.
Animo a todos a salir al campo, a disfrutar de la naturaleza, a dejarse acariciar por las imágenes bellas, los sonidos sugerentes, el aire cargado de perfumes y la imaginación activada explorando nuevos escenarios interiores, evocados por nuestro contacto con un entorno al que nunca debimos dar la espalda.
La foto del lince caminando despacio entre olivos es toda una metáfora: lo esencial es indómito y cuando aparece convierte la insípida rutina cotidiana en la expresión genuina de nuestro origen.
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