La Universidad Popular de Jaén, creada por la añorada Pilar Palazón, debería considerarse una afortunada singularidad porque es una de las pocas que quedan tras el aluvión creado en los ochenta y como tal no debe dejarse caer, sino al contrario, fortalecerse aún más.
Supuso un instrumento importante para sacar la formación cultural del seno de las élites y ofrecerla a toda la ciudadanía. Desde entonces miles de jiennenses han tenido la oportunidad de enriquecer su tiempo con múltiples actividades vinculadas a las diferentes artes y artesanías, conocimiento del patrimonio, formación de habilidades y técnicas que pueden emplearse en disfrutar de un tiempo libre de manera saludable.
Cuántas personas han descubierto la maravillosa experiencia de plasmar una pequeña obra de arte, cuántas han recorrido senderos maravillosos por nuestros paisajes de ensueño, cuántas han encontrado un momento de ruptura con el tedio o con el día malasombra en las clases de baile, o en cómo hacer buenas fotos o en mil formas de artesanías. Cuántas soledades se han conjurado al compartir buenos momentos con compañeros y monitores.
Toda sociedad debería garantizar el acceso de la ciudadanía a los recursos que el ser humano necesita para un desarrollo pleno de sus capacidades, en eso consiste el éxito evolutivo de la sociedad. No sólo los recursos materiales, vivienda, alimento, vestido, sanidad, sino aquellos otros inmateriales que alimentan la cultura y el desarrollo interior a través de la educación, los auténticos motores de la esencia humana. Y la Universidad Popular de Jaén fue una de esas ideas felices que ha contribuido poderosamente a proporcionar horas dichosas a los jiennenses, y este es su principal valor, porque no es una institución ideada para una capacitación profesional, sino para algo más importante, para llenar horas de ocio abriendo insospechadas puertas en el alma de muchas personas que no gozaron de oportunidades semejantes.
¿Y hoy? En la actualidad, aún preñada de demos y tutoriales en internet para aprender a hacer cualquier cosa, la Universidad Popular es más relevante que nunca, porque tantas iniciativas a toque de dedo en el smartphone no igualarán nunca el contacto de una persona que enseña o de compañeros que comparten experiencias y fascinaciones. Hoy, que vivimos una insólita y espantosa discontinuidad social, se hace imprescindible desalojar de miedo, ansiedad y frustración tantas horas de ocio malogradas por la sempiterna noticia del bicho. El Ayuntamiento no puede permitir que la Universidad Popular languideza por la confluencia de tantos factores nefastos. No podemos dejar que una de las señas de identidad de la sociedad jiennense actual pierda su lugar en el patrimonio inmaterial de Jaén.
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