Quien a buen árbol se arrima...

Valores Morales

En las primeras semanas del confinamiento, la impresión que produjeron en la sociedad los colectivos que estaban en primera línea frente al coronavirus...

Publicado: 11/06/2020 ·
11:15
· Actualizado: 11/06/2020 · 11:15
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Autor

Manuel Ruiz

Manuel Ruiz es biólogo y ocupa el cargo de presidente de la Asociación Ecologista GEA de Jaén

Quien a buen árbol se arrima...

Cuaderno sobre la importancia de ser responsables medioambientalmente y otras cuestiones culturales y patrimoniales de Jaén

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En las primeras semanas del confinamiento, la impresión que produjeron en la sociedad los colectivos que estaban en primera línea frente al coronavirus, con su coraje y entrega, dio lugar a la aparición de numerosos mensajes en redes sociales e intervenciones en medios de comunicación, que cristalizaban una esperanza colectiva: después de esta pandemia el mundo será mejor.

Y es verdad que aparecieron muchas improntas positivas entre nosotros. La anomalía, la incertidumbre, el temor, encendió el “programa” de sentirse un ser social, unido a los demás, y desempolvó muchas actitudes proclives al bien común. Nada que no fuese propio del ser humano, como diría Marco Aurelio, porque somos seres sociales por propia evolución. Por días y semanas nos hicimos eco de la frase del gran Alejandro “de la conducta de cada uno depende el futuro de todos”.

Sin embargo, conforme parece que vamos dejando atrás el famoso pico de la curva, reconocemos la vuelta de comportamientos irresponsables, decisiones negligentes y planes de acción que reflejan no haber aprendido nada. Y los memes y frases alentadoras del principio mutan a frustración indignada y desaliento, y se simplifica en un enfrentamiento ideológico que no soluciona nada.

Hay una permanente referencia a lo moral en las reflexiones sobre el desarrollo de la sociedad y la posibilidad de dirigirla a otra versión en la que no se repitan errores del pasado, basada en la idea del bien común, no va a ser posible sin el desarrollo de valores morales por parte de todos. Esta condición es inexcusable según la mayor parte de los pensadores. La consolidación del bien común no depende sólo de decisiones y programas políticos, sino también de la actitud general regida por valores morales.

Aristóteles distinguía entre virtudes intelectuales, el conocimiento aprendido desde la enseñanza, y virtudes morales, el que se adquiría con la práctica y da lugar a esos valores morales. Por ejemplo, uno puede llegar a conocer el concepto del altruismo y admitirlo como válido, pero si no llega a ponerlo en práctica, es completamente inútil. Lo mismo ocurre con la honradez, la generosidad, la lealtad, la responsabilidad, el compromiso, la compasión, etc. Son valores morales, no porque provengan de un código ético determinado, sino porque son valiosos y surgen con la práctica.

Los sociólogos saben que para que la sociedad se decante hacia un determinado cambio, es necesaria una masa crítica que propicie ese giro, un número mínimo de personas que lo catalizan. La adquisición de valores morales de manera sostenida da lugar a cambios en las costumbres, a un nuevo estilo de vida. Y aquí radica el germen de una sociedad mejor.

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