Quien a buen árbol se arrima...

Política, miedo y cambio climático

El sábado pasado hubo una magnífica conferencia del investigador Fernando Valladares, del CSIC, titulada “Cambio climático: la importancia de lo global...

Publicado: 19/02/2020 ·
18:28
· Actualizado: 19/02/2020 · 18:28
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Autor

Manuel Ruiz

Manuel Ruiz es biólogo y ocupa el cargo de presidente de la Asociación Ecologista GEA de Jaén

Quien a buen árbol se arrima...

Cuaderno sobre la importancia de ser responsables medioambientalmente y otras cuestiones culturales y patrimoniales de Jaén

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El sábado pasado hubo una magnífica conferencia del investigador Fernando Valladares, del CSIC, titulada “Cambio climático: la importancia de lo global y lo funcional”, organizada por el Área de Ecología de la Universidad de Jaén. A la excelente divulgación científica, el ponente añadió una sensibilidad y humanidad muy de agradecer para abordar un tema tan trascendente como este. La pena es que sólo estábamos unas pocas decenas de asistentes, la mayoría estudiantes de un curso dentro del cual figuraba esta conferencia. Pero no quiero ahondar en ese dato, sino trasladar algunas de las reflexiones que me suscitó Fernando Valladares con la cercanía de su ponencia.

Uno de los asuntos que abordó fue la necesidad de despolitizar el cambio climático para poder darle soluciones políticas. La trascendencia del problema es de tal envergadura que no puede ser el patrimonio de ninguna ideología, ni moneda de cambio en las negociaciones políticas, ni objeto de confrontación entre izquierda y derecha. Sobran los “post” y sus comentarios en redes sociales donde se clavetean los prejuicios en forma de etiquetas políticas, que impiden la agilidad imprescindible para adoptar las decisiones necesarias. Necesitamos soluciones de amplia base, que incluyan a la gran mayoría de ciudadanos.

Otra idea que introdujo el doctor Valladares en su intervención fue la necesidad de recuperar cierta serenidad y esperanza en la solución del cambio climático. Ya hay definidos cuadros de ansiedad producidos por el posible colapso ambiental, consecuencia de un pánico desatado. El miedo bloquea, impide poner en marcha e impulsar los cambios necesarios en la vida social e individual para afrontar adecuadamente el problema. Y el miedo también produce otro efecto, el adoptar una postura de “negación tenue” del cambio climático (“No será para tanto”, “la tecnología lo acabará solucionando”). Hay tres tipos de negacionistas: los ignorantes profundos y los fanáticos, ambos minoritarios, y los que quieren creer que el problema no es tan grave, porque el pánico les impide asumir la realidad. Y este tercer grupo es el mayor y posiblemente muchos estemos incluidos en él.

Para no dejarse arrastrar por la ansiedad y el miedo es necesario que se incorporen las Humanidades a la lucha contra el cambio climático. Es necesaria la aportación de la psicología, la antropología y la sociología para contrarrestar los bloqueos psicológicos individuales y colectivos. Y también, añado yo, la participación de la filosofía que introduzca perspectiva y ética, y el arte, la historia o la literatura para proporcionar la riqueza interior que permita disminuir el excesivo consumo exterior de forma natural.

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