Los dos días anteriores a las elecciones andaluzas, el Banco de Alimentos va a poner en marcha su tradicional Gran Recogida en toda España. Miles de personas apoyarán a esta noble organización en la tarea de conseguir que cientos de miles, millones de ciudadanos en todo el territorio nacional, donen miles de toneladas de comida, que durante las siguientes semanas se repartirán a legiones de parados, de trabajadores con sueldos miserables y un sinfín de ciudadanos que fueron expulsados del “estado del bienestar” y al que no han podido retornar desde entonces.
Las dos asociaciones con las que colaboro prestarán su ayuda, mi mujer y yo estaremos en algún supermercado y mis hijos, a los que “iniciamos” en estos tinglados, también harán lo propio en las ciudades donde viven. Y muchos más conciudadanos colaborarán con el Banco de Alimentos.
Será una bella lección de solidaridad y altruismo. Pero la realidad social de nuestra provincia, de nuestra región, de nuestro país, es tozuda, y pone de manifiesto que no es suficiente. Que la generosidad impagable de tantos corazones no es suficiente. Que solo la bondad no es suficiente.
Platón puso al mismo nivel de equivalencia lo Bueno, lo Justo y lo Bello, arquetipos que van inexorablemente unidos. Siguiendo esta idea, la bondad no es suficiente si no va acompañada de justicia.
Dicho de otra manera, es necesario ayudar, hay que promover la bondad, la generosidad, aun cuando no hiciera falta, porque esa actitud nos hace mejores personas. Pero si queremos realmente que nuestro apoyo en los próximos días tenga un mayor alcance, un mayor recorrido, tenemos que alimentar nuestro inconformismo con las injusticias que han provocado la necesidad del apoyo al Banco de Alimentos. Tenemos que estar preparados para que la grandeza de nuestro corazón también se movilice contra las tropelías que dan al traste con las oportunidades, entierran los sueños y siembran la desesperanza de millones de personas.
Es imprescindible la bondad de nuestra generosidad, pero también lo es nuestra exigencia de justicia. Cuando hablo de esto siempre surge la pregunta justificativa: ¿pero dónde, qué puedo hacer? Y lo primero no es eso, sino desalojar la actitud conformista que asume una inconsciente complicidad. La solidaridad debe ir acompañada de inconformismo activo. La primera contagia de bondad y el segundo busca la restitución de la justicia. ¿Y lo Bello? Lo bello produce el amor.
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