En 1909, al cabo de diez años de su primera estancia, Picasso regresó a Horta, donde estuvo por primera vez para recuperarse de una enfermedad invitado por su gran amigo de la población, Manuel Pallarès.
Cuando regresó diez años más tarde ya no era un adolescente en período de formación, sino un artista cada vez más reconocido y con una serie de marchantes pendientes de la obra que iba a producir.
En aquellos momentos se encontraba en los inicios del cubismo, y precisamente Horta de Sant Joan desempeñó un papel destacado en la evolución de la obra cubista de Picasso.
El artista llegó a Horta acompañado por su compañera de entonces, Fernande Olivier, y permanecieron en la población entre los meses de junio y septiembre.
Durante esos tres meses, Picasso ejecutó algunas obras que se han convertido en imágenes universales del cubismo, como La balsa o La fábrica, pero es menos conocido, advierte el presidente del Centro Picasso de Horta, Elías Gastón Membrado, que “también llevaba consigo una cámara de fotos”.
En la exposición, que estará abierta al público hasta el día 27, se pueden contemplar 21 copias de las fotografías que Picasso realizó hace un siglo, cuyos originales se conservan en el Museo Picasso de París.
En las instantáneas aparecen paisajes y personas que fueron también inmortalizados en algunas de sus telas cubistas.
Cámara en mano, Pablo Ruiz Picasso retrató las casas del pueblo y su entorno, pero también a algunos personajes de Horta y a su compañera Fernande, así como el interior de su taller, donde se amontonaban las obras que iba realizando.
Según Gastón, esta exposición tiene “un doble valor: conocer los trabajos iniciales de Picasso en el campo de la fotografía y, a la vez, el primer reportaje fotográfico del pueblo a inicios del siglo XX”.
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