Es antiguo destacar el orgullo y el amor a lo propio de los bilbaínos con Bilbao. Algunos lo llaman fanfarronería. Es exagerado, porque son tan buena gente y tan noble que no merecen sino piropos. Es paradigmático que sea la única ciudad del orbe que tiene un “Mapamundi de Bilbao”. De estilo pop. Es de Juan Echegoien Krug, pero lo firmó como JEK Larson. Pero los hay fanfarrones, como el que escribió que el mejor ejemplo de humildad, fue el que dio Jesucristo, que pudiendo haber elegido nacer en Bilbao, nació en Belén.
El verdadero mapamundi está cambiando, y a pasos agigantados. Cuando las revistas especializadas en política exterior escriben de la posibilidad de una nueva Guerra Fría, esta vez entre China y los EE.UU. el mundo se torna más inestable. Por si faltara poco para la alarma, se acaba de producir un incidente grave con muertos entre China y la India, que tienen 1.400 millones de habitantes cada una. El ambiente es próximo a la guerra caliente. Es en las altitudes nevadas de Cachemira -con reivindicaciones de India, China y Pakistán, todas potencias nucleares- donde India, con auxilio estadounidense, y China ayudando a Pakistán, están realizando obras de infraestructuras para mejorar sus posiciones. Ningún mejor ejemplo de la expresión trucada- Si quieres la guerra, prepara la guerra-. El enfrentamiento tiene lugar cuando la “Asamblea Nacional Popular” - la parodia de parlamento de China- acaba de implantar la Ley de Seguridad en Hong-Kong que, en la práctica quiere acabar con lo acordado con la retirada del Reino Unido. “Un país, dos sistemas”, al baúl de los recuerdos.
China ya no se amilana ante las amenazas americanas. Está extendiendo sus aguas territoriales haciendo gigantescas islas artificiales en los mares que la rodean y, por el norte, pilota la denominada Ruta de la Seda. Es un expansionismo tranquilo, pero firme. Que se prepare Taiwan. Y los diques de contención regionales son Japón, Australia e India. Mientras tanto, Donald Trump se distraía negociando con el dictador de Corea del Norte y deja todo el espacio retirándose de la Organización Mundial de la Salud, en plena pandemia, cuando se ha comprobado que la fábrica del mundo es China. La Unión Europea lo ha contemplado con inquietud y con el deber de reaccionar. Lo empieza a hacer.