Creada por dos autores consagrados en el mundo de la historieta francesa, Pascal Rabaté y David Proudhomme, La virgen de plástico (Norma) recibió el Premio Esencial del festival de cómic de Angoulême en 2008 y tiene la peculiaridad de “no pertenecer a un género con un público muy marcado, no es una serie ni tampoco es una novela gráfica”, ha explicado Vidal a Efe.
Una abuela devota que regresa a casa después de ir a Lourdes y un abuelo profundamente comunista componen la primera generación de esta familia, que convive en un viaje constante entre la cohesión y el enfrentamiento.
En una provincia del interior de Francia, en la que los prejuicios y los chismes están a la orden del día, la familia Garnier tampoco pasa inadvertida, ni tampoco los gritos y las peleas que se escuchan con fuerza a pie de calle.
La virgen de plástico cuenta “cómo dos personas así se han podido entender durante tantos años y cómo lo viven sus hijos al tener que cuidar de ellos”, explica Vidal, convencido de que, aunque el cómic pueda evocar los choques entre religión y política, “no es un cómic polémico”, sino que el eje central es la convivencia.
El título de la obra alude al detonante de la trama: una virgen de plástico que, después de viajar desde Lourdes con la abuela Garnier, pasa a formar parte de la decoración de la casa y también se ve inmersa en la convivencia, al estar junto a una fotografía de Lenin encima del televisor. Esta situación producirá discusiones que van desde lo absurdo a la reflexión más profunda y que desembocan en un curioso.
La simplicidad de los trazos, la viveza de los colores y la agilidad de los diálogos caracterizan una obra que Vidal define como un “relato costumbrista”, donde el “entorno y su retrato son muy importantes para la historia”.
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