Argelino, servidor de dos amos, de Animalario, se convirtió en la ganadora de la noche de los Max con cuatro de los cinco premios a los que optaba, aunque fue 2666, basada en la novela de Roberto Bolaño, la que se llevó el premio al mejor espectáculo en la XII edición de esta fiesta anual del teatro.
Tras la bienvenida de Eduardo Bautista, presidente de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), organizadora del acto, la primera en pisar el escenario del Teatro Cuyás fue la viuda de Francisco Rabal, Asunción Balaguer, que aseguró, después de ver a su “adorado” Paco en un vídeo y en medio de una gran ovación, que desde que su marido inauguró hace diez años ese coliseo ha llevado “las estrellitas” de su techo “en el corazón”.
La gala fue, además de un homenaje a Rabal, una reivindicación del teatro independiente, defendido alto y claro en presencia del ministro de Cultura, César Antonio Molina.
Bautista agradeció en su intervención en el acto, dirigido por primera vez por una compañía de humor, Yllana, al socialista Rafael Simancas la lucha por los derechos de los autores porque, dijo, “cada día hay más ataques a eso de defender la libertad de expresión” y es “más difícil” la profesión de artista.
La ganadora de la noche, Argelino, servidor de dos amos, es una “libérrima” adaptación de la obra por Animalario y Teatro de la Abadía de la obra de Carlo Goldoni, dirigida por Andrés Lima y protagonizada por Javier Gutiérrez, el ganador del Max al mejor actor, que cuenta “la historia de un viaje de un inmigrante que huye de la miseria y el hambre”.
Alberto San Juan, autor de la adaptación teatral, lamentó que el Gobierno de Rodríguez Zapatero esté promoviendo una legislación de inmigración “en sintonía con la de Aznar”, “una guerra contra los pobres” en la que, por ejemplo, la lucha contra la piratería va contra los más débiles porque permite “encerrar” a los que venden discos en la calle.
El montaje de la compañía de San Juan, largamente galardonada en los Max en los últimos años, se llevó, además del premio a la mejor adaptación, el de mejor empresario (Animalario), mejor actor protagonista (Javier Gutiérrez) y mejor director de escena (Andrés Lima), mientras que 2666, basada en la novela del fallecido Roberto Bolaño y dirigida por Alex Rigola, se alzó además con el de mejor escenografía (Max Glaenzel y Estel Cristiá).
Javier Gutiérrez quizo dedicar su premio también “a todos los seres humanos que mueren al llegar a la costa ante la indiferencia y pasividad del Gobierno y la sociedad”.
Otra de las ganadoras fue La tortuga de Darwin, un historia de Juan Mayorga, que se llevó los dos premios a los que optaba: el de mejor actriz, para Carmen Machi, y el de mejor autor teatral en castellano.
Si Mayorga aseguró al recibir el suyo que la “verdadera autora” era Machi, ella subrayó que La tortuga de Darwin es “lo más bonito” que le ha pasado en la vida.
En el otro extremo se situó Tirant lo Blanc, dirigida por Calixto Bieito, porque partía como favorita, con ocho candidaturas, pero, finalmente, sólo materializó dos, ambos para Carles Santos, como mejor director musical y como autor de la mejor composición musical para espectáculo escénico.
El espectáculo de danza De cabeza, la segunda en número de candidaturas, con seis, se llevó dos: el de mejor coreografía, y mejor intérprete femenina, ambos para Teresa Nieto aunque el primero lo comparte con Jesús Caramés, Daniel Doña, Manuel Liñán, Olga Pericet y Vanessa Medina.
Barroco, del director esloveno Tomaz Pandur y protagonizada por Blanca Portillo, partía también con cinco candidaturas, y se quedó con dos premios: el de mejor figurinista (Angelina Adlagic) y mejor diseño de iluminación (Juan Gómez Cornejo).
Miguel Narros, que recibió el Max de Honor de manos del ministro de Cultura, fue recibido de pie con una larguísima ovación.