"En el contexto internacional la obra de Delibes le convierte en uno de nuestros embajadores más destacados, especialmente en lo que concierne a la enseñanza del español, nuestra lengua de ámbito y proyección universal", ha reflexionado el heredero de la Corona en la clausura de la presentación de la Fundación Miguel Delibes, acto al que ha sido acompañado por su esposa, la princesa Letizia.
No sólo se ha referido el Príncipe de Asturias al medio siglo "de la mejor literatura" que abarca la obra del autor de "El Camino", sino también al "capital intelectual de primer orden" que anida a través de valores como "la preocupación por el hombre y por el prójimo" a través de lo que ha denominado "un humanismo pie a tierra".
Dentro de ese empeño, el novelista fallecido en 2010 y cuyo legado se fortalece a través de una fundación presentada en el día en que hubiera cumplido 91 años, Delibes "presta atención de manera preferente a aquellos que se presentan más vulnerables, menos favorecidos, personajes de carne y hueso".
Medio millar de personas, congregadas en el auditorio del Centro Cultural "Miguel Delibes", han asistido a la puesta de largo de una fundación que, en palabras de Felipe de Borbón, encuentra en la óptica naturalista con que el narrador tamizó toda su obra "otro horizonte y un nuevo campo para su estudio".
Entidades públicas y privadas configuran una entidad cultural que se revela como "un instrumento imprescindible para fomentar el legado de excelencia de un gran hombre" y de una labor, la suya, "que redundará en beneficio de la cultura en español y del patrimonio de toda España", ha concluido.
Los siete hijos del novelista encabezan una fundación que tiene como objetivos la difusión de su legado personal y literario, pero también de los valores que conjugó a lo largo de toda su trayectoria como narrador y periodista, caso del humanismo cristiano que rezumaron sus escritos, la justicia social, la solidaridad y la defensa del mundo rural.
Así lo ha resumido, al comienzo del acto, Elisa Delibes, hija del novelista y presidenta de la fundación que soportan entre otras instituciones la Junta de Castilla y León, el Ayuntamiento, la Diputación y la Universidad de Valladolid, además de la editorial Destino, el diario "El Norte de Castilla", la Fundación Iberdrola y la empresa constructora Collosa.
Ha intervenido también el biólogo Miguel Delibes de Castro, primogénito del escritor y símbolo del principio y final de una obra, la de su progenitor, que comenzó en 1947 con la redacción de "La sombra del ciprés es alargada", el año de su venida al mundo, y que concluyó en 2005 con "La tierra herida", escrita junto su padre y que fue la última publicación que éste firmó.
"Mi padre no fue un experto sino un naturalista pegado al suelo, es decir el que denomina a las cosas simplemente como la gente las llama. Su escuela fue el campo y nos inculcó el amor por la naturaleza a la que se aproximó de una manera humanística y que sintió múltiple y cercana", ha explicado.
El director de la Academia de la Lengua, José Manuel Blecua, ha recordado a Miguel Delibes como un académico (sillón 'e' minúscula ocupado desde 1975 hasta 2010) y una persona esencial, dueño de una obra ética "apasionante por su modernidad" al revitalizar los valores humanos y restablecer la relación entre el hombre y la naturaleza "en términos de concordia".
Con la "distancia" de un antropólogo ha observado el etnógrafo Joaquín Díaz, otro de los intervinientes en el acto, el acercamiento de Miguel Delibes a sus personajes, pero no desde la "frialdad" del científico, sino a través del lado humano, describiendo su conducta si enjuiciarla.
"Con la desaparición de cada uno de esos personajes, por fortuna tan bien descritos en las obras de Delibes pero por desgracia tan escasos ya en la misma sociedad rural, perdemos algo ya de nuestra propia cultura: es como si se nos extraviase definitivamente un voluminoso tomo de la gran enciclopedia de la vida", ha señalado.
El presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, se ha referido a la descripción "sin falsas complacencias" de una tierra, Castilla, que Miguel Delibes amó y de la que supo captar la esencia de su paisaje, de su alma y de sus gentes al denunciar, muchas veces, "no sólo el abandono, sino también su pasividad o fatalismo".
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