La publicación se convierte en una forma de conmemorar el centenario de este escritor al límite, que hizo literatura de su azarosa vida. Fue abandonado por su madre a los pocos meses de nacer, tuvo que ser atendido por la beneficencia y después en casa de uno campesinos de Morvan que lo adoptaron.
El libro recorre su paso por el ejercito francés, de donde salió pronto porque fue descubierto manteniendo una relación sexual con un compañero; sus viajes por Barcelona, de donde huye por sus atracos, Checoslovaquia,
Polonia y su vuelta otra vez a Barcelona, al barrio chino, en los años 30, donde llega a vestirse de travesti.
Un “oficio” que dice no gustarle, y, por ello, decide que algo mejor era ejercer la prostitución, y lo hace por Italia, Serbia, Alemania, Holanda y otros país europeos en los que bucea en los bajos fondos, en el mundo criminal, las pasiones extremas, la noche y su obsesión por la belleza masculina, fuente, en muchas ocasiones, de su lirismo desgarrado y oscuro.
“Hacia eso que se llamaba el mal, llevé adelante por amor, una aventura que me condujo a la cárcel. Aunque no siempre son apuestos, los hombres consagrados al mal poseen virtudes viriles”, escribe en el libro.
Y en otra ocasión, cuando se enamoró de un agente de policía secreta, llamado Bernard, escribió: “Tenía el rostro
de meteco más hermoso que jamás haya visto. Le descubriría en el alma, afortunadamente, las virtudes contrarias a esas leales y rigurosas que vemos en los maderos de las películas”.
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