El perro está unido al hombre desde siglos, según los etólogos, "en todo el mundo animal no existe nada parecido a esta alianza entre dos especies diferentes". Amigo de poetas y artistas desde la antigüedad al arte contemporáneo, el perro es puro arte, según un libro-objeto del historiador italiano Stafano Zuffi.
El libro, bajo el título "Perros en el arte", editado en España por 451 editores, reúne en una bella composición, ilustraciones y texto, con la que se recorre la evolución en el arte de la relación entre el hombre con estos animales domésticos, desde el perro pastor, al de compañía, pasando por las razas robustas hasta los perros miniatura.
Rudyard Kipling, como recuerda la introducción de este bello libro, aseguraba que el perro está tan apegado al hombre que sin él no mueve ni un músculo, que intuye nuestro estado de ánimo antes incluso de que nosotros consigamos descifrarlo y que sabe comunicarnos su talante paciente, sobrio, sabio y capaz de disfrutar de los pequeños placeres y de interesarse por todos los detalles de la vida".
Y así piensa el autor del libro, Stefano Zuffi, historiador de arte especializado en museología. "El perro atraviesa todas las épocas de la civilización occidental, aunque hay que decir que en el mundo islámico y oriental el perro es bastante menos amado, incluso es considerado animal impuro. Hay retratos maravillosos de perros en la poesía y en el arte griego. Pero si tuviera que elegir un pintor como el que mejor ha sabido reflejar a este animal, sin duda, es Goya", explica a Efe Zuffi.
"Goya ha representado a los perros de modo extraordinario-precisa el autor-, desde los grandes mastines hasta el minúsculo 'barboncino' que acompaña el lienzo de la duquesa de Alba. Y también Tiziano fue uno de los grandes conocedores de este animal".
Pero sin duda son los impresionistas, con su inicio de la modernidad, quienes dotan al perro de un carácter burgués y lo introduce en sus salones y jardines.
"Los impresionistas lo afianzan; pero, en verdad, ya en el Cinquecento, por ejemplo, en Mantua, los Gonzaga seleccionaban razas de perros de tamaño reducido como compañía para los señores, y en el XVIII inglés eran muy apreciados los perros carlinos. William Hogarth tenía uno que aparecía siempre en sus cuadros", argumenta Zuffi.
Todos los pintores del XIX francés, como Courbert a Manet, de Renoir a Degas muestra el paso del perro del campo a la ciudad y pintan "espléndidamente" a estos animales viviendo serenamente en el seno de las familias parisinas.
El libro, que pasa después por Picasso, Calder, Léger, Otto Dix, Miró o Calder, entre otros, y llega a Warhol, los perros de Wegman, vestidos de Luis XIV, el gigante cachorro de Jeff Koons cubierto de flores puesto en el Gugheiem, o los perros existencialistas de Lucian Freud o Francis Bacon, también describe como los canes han sido también iconos de la publicidad en el siglo XX y XXI.
Así, Zuffi apunta un precedente, en este sentido, al pequeño terrier, que se llamaba "Sniper", es decir, tenaza, y que durante décadas ha sido la imagen de los fonógrafos. Ese icono del perrito escuchando y mirando el gramófono.
A estas imágenes, Zuffi también añade el perro en el cómic y las viñetas, en las que perros como Pluto o Scooby-Doo son, a menudo, revoltosos o víctimas de las maniobras de los gatos.
En definitiva, "Perros en el arte" es en sí mismo un libro de arte, un paseo por un museo lleno de sorpresas, historias y bellezas caninas, como la secuencia emocionante de la Odisea y Ulises, quien en su regreso al palacio de Ítaca se encuentra con su "viejo y agonizante" perro Argos que yace en un lecho de paja.