“Valente fue un adelantado a su tiempo y su obra se está revalorizando, en España y en el mundo entero”, asegura en declaraciones a Efe el poeta gallego Claudio Rodríguez Fer, director de la Cátedra José Ángel Valente de Poesía y Estética, que custodia el archivo y la biblioteca donados por el autor de Material memoria a la Universidad de Santiago de Compostela.
Poeta, ensayista y traductor, Valente murió a los 71 años el 18 de julio de 2000, en Ginebra, tras perder la batalla contra el cáncer que padecía.
Atrás dejaba una obra galardonada con premios como el Adonais, el de la Crítica, el Nacional de Poesía, el Príncipe de Asturias de las Letras y el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y con la que demostró ser “un verdadero poeta del conocimiento integral, como muy pocos hubo en la historia de la literatura española”, afirma Rodríguez Fer.
“Valente es un poeta de estatura y proyección europeas. Su poesía es una síntesis peculiar de sentimiento y pensamiento, una profundización prístina en la materia del mundo”, dice el escritor canario Andrés Sánchez Robayna, albacea de Valente y otro gran experto en su obra.
A los diez años de su muerte, su obra “sigue gozando de una completa vigencia, y tiene ahora esa “dinámica posteridad indestructible” que, según Juan Ramón Jiménez, “posee siempre la gran poesía de cualquier época”, subraya Sánchez Roayna.
En títulos como Poemas de Lázaro, Breve son, Tres lecciones de tinieblas, El fulgor y No amanece el cantor, José Ángel Valente (Ourense, 1929) aportó profundidad a la poesía en lengua española. “Fue un poeta profundo, hondo, que iba a las raíces de la realidad”, señala Rodríguez Fer.
Pero Valente (Ourense, 1929) también es importante en “la extensión de las perspectivas de su obra. Fue un poeta universal, conectado con culturas y pensamientos ecuménicos, de todo el mundo”, añade Rodríguez Fer, que recopiló el volumen de ensayos de las Obras Completas de Valente, publicadas por Círculo de Lectores/Galaxia Gutenberg.
Esa visión universal le ayudó a superar la cerrazón mental que trataba de imponer la dictadura franquista, “de la cual Valente se liberó a través del pensamiento y de su marcha al extranjero”. Tras estudiar en Santiago y en Madrid, trabajó en Oxford, en Ginebra y en París, y se retiró a Almería.
“Valente no fue un poeta circunscrito a un mundo nacional. En su obra no falta ninguna conexión esencial con las grandes culturas universales. En ese sentido es como Borges, que conecta con todo lo importante”, destaca Claudio Rodríguez, autor de numerosos libros sobre el poeta.
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