Pasqual Maragall ha rechazado tener ningún tipo de “resentimiento” hacia sus adversarios, ya sean de su anterior partido, el PSC, o de las filas nacionalistas, en un acto de presentación de sus memorias que se ha convertido en un sentido homenaje al ex alcalde olímpico y ex presidente catalán.
Maragall presentó su autobiografía Oda Inacabada. Memorias (RBA-La Magrana) en un acto en el Palau de la Música con 1.500 invitados, entre los que destacaba una nutrida representación del PSC, con el president José Montilla al frente, aunque no acudieron ninguno de los dos ministros catalanes del Gobierno.
Tampoco estuvo el presidente del Parlament, Ernest Benach, y ERC sólo fue representada por su portavoz parlamentaria, Anna Simó. CiU, ICV y PPC enviaron a sus máximos representantes, Artur Mas, Joan Saura y Alícia Sánchez-Camacho, respectivamente.
La intervención de Maragall, aplaudido en numerosas ocasiones, fue como un diálogo abierto con muchos amigos y personas importantes de su vida presentes en el Palau, con alusiones a su esposa, Diana Garrigosa –“los Maragall nos hemos casado bien, si no fuese por nuestras mujeres no habríamos hecho nada”– o incluso con bromas directas a su sucesor, José Montilla.
Maragall se permitió la licencia de recordar la polémica de los coches oficiales para apuntar que él conduce un viejo Ford Escort, de matrícula que acaba en PC, “y con el que algún día me la pegaré”, una costumbre la de conducir que ha recomendado a Montilla.
El ex presidente no rehuyó hablar de las “desavenencias con mi partido”, el PSC, del que se dio de baja como militante tras quedar descabalgado por Montilla en el cartel electoral, un coste político que, según explica Maragall en sus memorias, fue el precio que puso Zapatero para sacar adelante el nuevo Estatut.
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