A la espera de conocer la estrategia de respuesta del PSOE ante el duro trance que le queda por delante de ejercer la oposición en Andalucía, lo que sí ya se sabe es que los socialistas se aprestan a vivir una intensa contienda interna que tiene en el liderazgo de Susana Díaz su principal piedra de toque. No se está hablando de cómo recuperar el poder, sí, en cambio, de cómo asaltar la joya de la corona del socialismo español como es el PSOE andaluz. La ocasión es propicia. El revés sufrido ha sido lo suficientemente grave como para que caiga como una fruta madura, expresión del gusto de los federales poco dados a hacer sangre ,de momento. La ocasión para enseñar los dientes puede ser el de la elaboración de las listas para las elecciones municipales en donde impondrán su criterio y su huella colocando en buenos puestos de salida a los sanchistas que hubiera, que los habrá, desde luego, y ahora, más que nunca.
Todos son mensajes más o menos directos procedentes del “compañero fuentes” en un proceso orgánico ya lo suficientemente conocido en la cultura de este partido en donde buena parte de la discusión se traslada con todo lujo de detalles a través de los medios de comunicación. Siempre ha sido así y lo volverá a ser otra vez para mayor gloria del periodismo político. Sólo falta conocer la capacidad de resistencia de la ex presidenta de la Junta. Hasta qué punto va a aguantar las acometidas máxime cuando el mismo Sánchez advierte que va a permanecer en La Moncloa, al menos, hasta 2020. Que esperen sentados, decía el otro día en Barcelona, envalentonado por la aprobación por parte de su Gobierno proyecto de ley de los Presupuestos Generales del Estado, muy generoso, porcierto con Cataluña, dirigiéndose así tanto a Casado como a Rivera pero ,si se permite, también, a Diaz quien deposita su esperanza de supervivencia en la propia debilidad política del presidente del gobierno y sus alianzas con los nacionalistas.
Total, que van a estar muy entretenidos, lo suficiente como para que Juan Manuel Moreno Bonilla y Juan Marín puedan desarrollar su acción de gobierno sin mayores dificultades más allá de las intrínsecas que conlleva una compleja empresa al tener como tercer socio a los de Vox. Esa coyuntura de cambio de ciclo, en efecto, les va a venir muy bien menos a los propios socialistas ensimismados como están ya en su propio drama interno.
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