Cádiz ha registrado un primer trimestre del año negro con la mayor tasa de paro de toda España, un 27%, después de Ceuta. Las restricciones para contener el duro golpe de la tercera ola han afectado de manera especial “a los sectores que tradicionalmente han sido fuertes en Andalucía para nuestro tejido empresarial como el turismo y la hostelería”, explica Rocío Cardona, directora de la Territorial Sur de Adecco, y, en el caso concreto de la provincia, “el hundimiento de la aeronáutica” ha agravado la crisis. No obstante, si bien la destrucción de puestos de trabajo entre enero y marzo, según datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), es la mayor consignada desde finales de 2013, con 24.000 menos, y persiste la incertidumbre sobre el futuro inmediato, Cardona se muestra moderadamente optimista.
La Semana Santa ha marcado un punto de inflexión. Muy lentamente, pero el mercado laboral se va a reactivar gracias a la estacionalidad del turismo, pronostica, y apunta a Málaga, “que comienza a despegar”. En el conjunto de la región, prevé una temporada estival con al menos un 50% de los contratos firmados en 2019, cifras, en cualquier caso, “más positivas que las del último verano”.
Para recuperar niveles pre Covid habrá que esperar al avance de la campaña de vacunación y la recuperación de la movilidad nacional e internacional, pero también depende de la capacidad para afrontar las debilidades del mercado laboral. En primer lugar, indica que “el 99% de los empleos perdidos es de media o baja cualificación” y, por otro, los jóvenes sufren especialmente las consecuencias. “Es el momento de apostar por la formación”, sostiene, al tiempo que confía en que se destinen fondos europeos a mejorar la empleabilidad de los parados. “La instalación de empresas tecnológicas en Sevilla y Málaga ha doblado el número de ofertas en plena pandemia”, advierte, y señala a la logística como otro de los sectores a tener en cuenta.
Finalmente plantea la necesidad de regular la contratación temporal: es preciso “controlar el fraude en la economía sumergida”, y “canalizarla adecuadamente para satisfacer las necesidades de flexibilidad de las empresas y como tránsito al empleo estable”.
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