Provincia de Cádiz

Cuando a los montes no se les puede poner puertas

Respeto y derecho a la dignidad del inmigrante. Cuestiones a tener en cuenta por los medios de comunicación que deben participar en su integración social

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Llegada de una embarcación a las costas de Cádiz.

Trabajo de Salvamento Marítimo en el rescate de vidas.

Inmigrantes en la Estación Marítima.

Aluvión, avalancha, llegada masiva. Con palabras como estas - que hay que desahuciar-  se describe desde los medios de comunicación un hecho que lleva ocurriendo en la provincia de Cádiz desde finales de los 80 y que ha tenido épocas de mayor trasiego y mucho menos controladas hace tan sólo unos años. El paso del Estrecho con pateras, se llamaban en aquel entonces, y embarcaciones o neumáticas que se diría ahora, sigue trayendo hasta las costas de Barbate, Tarifa o Algeciras a hombres, mujeres y niños de origen marroquí y subsahariano, en la mayoría de los casos, que sólo quieren cruzar para buscar a sus familiares o conseguir ese maná que se han creado en su imaginario. Porque a los montes no se les puede poner puertas, como diría Juan José Téllez, conocido periodista de la provincia de Cádiz, experto en inmigración.

Esta perspectiva surgía en el seno de las Jornadas Inmigración y Medios de Comunicación que se celebraban esta semana en Cádiz de la mano del Colegio Profesional de Periodistas de Andalucía, con la colaboración de la Fundación Unicaja. Durante dos días instituciones, organizaciones no gubernamentales, fuentes oficiales y periodistas, con la excepción de algún representante de aquellos que cruzan el Estrecho, se pusieron muchas aristas sobre la mesa, se profundizó en algunos aspectos, pero aún queda mucho por concretar y debatir para respetar a aquellas personas que se arriesgan y ponen en peligro sus vidas al montarse en unas lanchas que a veces son casi de juguete. Respeto y el derecho a la dignidad de quienes llegan a nuestras costas, un trato igual que al ciudadano de aquí, que al menor que vive en tu ciudad. Somos todos iguales y hay que trabajar por la integración en nuestra sociedad.  

Desde Acnur se ofrecieron datos como que existen 68 millones de desplazados forzosos, siendo la mitad mujeres y niños; más de tres millones solicitan asilo y de los desplazados internos (40 millones) la mayoría lo son por conflictos bélicos o políticos en su país, como son el caso de El Congo, Nigeria o Mali. De estos datos, 12 millones proceden de Siria y 7,7 de Colombia, seguidos de inmigrantes de Irak y Paquistán.  

En el caso de España, este año ha sido la primera vez que alcanzaba el primer puesto como receptor de estas personas, con más de 45.000 inmigrantes recibidos. Si se compara con el asilo sólo se tramitaron 30.700 solicitudes en 2017, de las que sólo 500 procedían de Marruecos. Para Acnur el objetivo es sensibilizar por la identificación del que llega desde el primer momento para que pueda ser derivado a los procedimientos que les corresponde.   Desde las ONGs también tuvieron voz Cruz Roja, Tierra de Todos y la Asociación Pro Derechos Humanos. De ellas se sacaba como conclusión que “no hay que poner impedimentos para la integración”, de ahí que, por ejemplo, Diego Boza (de APDH)  hablara del programa de sensibilización en colegios con la intención de construir “una sociedad distinta”; así como se apostaba por la gestión a través de los municipios, de una manera más cercana y comprensiva con la situación. Para los periodistas pidieron una formación más analítica y pausada para ir acabando con el pensamiento de rechazo hacia quienes cruzan el Estrecho. “No hay problema, el problema es no ser capaces de asumir esta situación”.

También participaron aquellas instituciones que participan en los operativos de rescate. Salvamento Marítimo, Policía Nacional y Guardia Civil. Explicaron cómo funcionan los equipos y las unidades, cómo se coordinan, de qué andan escasos... Pusieron voz a unas personas que arriesgan sus vidas, en ocasiones, por salvar la de los demás. No hay mayor acto de generosidad que el que realizan los cuerpos y fuerzas de seguridad de la provincia. Desde Salvamento Marítimo, Adolfo Serrano, explicaba que “si estas embarcaciones no fueran rescatadas no podrían llegar a nuestra costa”. Durante la operación de rescate hay mucho nerviosismo y se trabaja en condiciones extremas porque la mayoría de los que viajan no saben nadar y el rescate puede resultar complicado.

Cuando llegan a puerto seguro es la Guardia Civil la que se hace cargo de los recién llegados, y a partir de ahí se cuenta con la Policía Nacional para la identificación y el arreglo de papeles, si fuera necesario. La Guardia Civil, según el alférez Miguel Morote, que se encarga de la custodia también coordina con Cruz Roja el auxilio de aquellas personas que han cruzado el Estrecho, que tienen vidas, nombres, familias, igual que cualquiera de los que les está atendiendo.  

Desde la Policía Nacional, Andrés Bragado, explicaba las situaciones a las que se enfrentan en ocasiones con delitos como la trata de seres humanos, donde no hay consentimiento pero “sí mucha coacción con el rito budú a sus familiares”, además del tráfico ilegal. Bragado contó cuál es el futuro de quienes llegan en neumáticas a la provincia de Cádiz: puede ser o la devolución si es marroquí, o si se desconoce el país de origen queda en libertad, posibilitando el acogimiento con los acuerdos con las ONGs.

Todos se coordinan en la recepción de estas personas, pero se necesita personal especializado en perfiles para que los inmigrantes puedan ser derivados, así como una mayor aportación económica destinada a lugares para su recepción.  

Para los periodistas como Lucía Benítez es necesario cuidar los imaginarios porque siempre se quedarán las imágenes frente a las palabras.  También hay quien opina como Raquel Montenegro que no se debe crear alarmismo pero hay que describir la realidad, aunque abogó por la protección de las personas. En estos días, y ya lo dijo Téllez, se destacaba que “la oportunidad la convertimos en un problema” y los periodistas dan la información sin contar con sus protagonistas. Sara Cantos, también periodista, demandaba una información inclusiva y apelaba a la función social de los medios de comunicación, a la vez que reparaba en la necesidad de un enfoque más plural y abierto.  

En 2004  se redactaba ante la llegada de un importante número de embarcaciones y por lo tanto de periodistas de medios de comunicación nacionales e internacionales un decálogo para facilitar la labor informativa de los medios de comunicación en relación con los inmigrantes. De este trabajo se encargaban entre una periodista y un sociólogo  de la zona del Campo de Gibraltar. Estaban premisas como no exagerar, usar antecedentes, relativizar las cifras, contrastar. No usar palabras que induzcan a una visión sesgada; No usar aquellas que induzcan a convertir al colectivo inmigrante en chivo expiatorio de los problemas. No hacer conjeturas ni interpretar. Contrastar con las fuentes. No usar términos negativos para el colectivo y trabajar desde la humildad. En los delitos, no aportar información si no es relevante, no dar la nacionalidad. No usar un lenguaje inadecuado. No realizar análisis sociológicos gratuitos. Contribuir a dignificar la imagen del inmigrante.

La consejera de Igualdad de la Junta, María José Sánchez Rubio pidió que la concienciación ante la inmigración se tome de “manera compartida”, a la vez que reclamó que la ciudadanía “sea cómplice y se implique”. Un fenómeno que ya se ha vivido tanto en Barbate como en Tarifa.  La competencia de la Junta en relación con los menores y la afluencia de embarcaciones han provocado que se incrementarán en 300 el número de plazas, a los que “ahora se suma un crédito extraordinario para 400 plazas más”. En Andalucía se contabilizan 1.900 Menores Extranjeros No Acompañados (MENAs).

La voz de los ayuntamientos de Barbate y de Tarifa recalcaba la falta de recursos y de personal, a la vez que agradecían la solidaridad de sus ciudadanos. Se demandaba vivir las historias en primera personas, y declaraban que es muy distinto ver las cosas a través de la pantalla de la televisión que vivirlas en directo y ver cómo un niño está llorando en el muelle o no hay ropita para un bebé. Volvía a salir el concepto de ese mundo que anhelan todos los que cruzan el Estrecho, en el caso de la península ibérica, cualquier otra barrera geográfica vía avión o a través de cayucos.

En conclusión, aún queda mucho por hacer tanto en los medios de comunicación como en la propia sociedad, así como intentar dignificar esta profesión de periodista que, también se puso sobre la mesa, se encuentra en condiciones precarias desde hace más de una década. Aunque como decía otra periodista, María Almagro, hay que contar historias y para eso estamos. 

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