María José Tejero lo ha perdido todo en dos ocasiones a consecuencia de las inundaciones.
La primera vez, en 1996, cuando las intensas lluvias de 1996 causaron estragos en toda provincia, pero muy especialmente en el Valle del Guadalete. La segunda, durante las
fiestas navideñas de 2009. “Jamás podré olvidar aquellas fechas”, relata doce años después la
entonces presidenta de los vecinos de La Greduela. El agua no solo obligó a sustituir el mobiliario de su vivienda y la de
otras siete casas de las 22 construidas en la zona, sino que
se llevó por delante recuerdos, como las fotos de su boda que solo las conservaba en papel.
Pero
respira con alivio. Aquellos aguaceros podrían haber provocado una auténtica tragedia. Con la crecida del río, La Greduela quedaba aislada. “Tuvimos que escapar de la inundación por medio del monte. Mandé a mis hijos con un vecino”, relata. La construcción del puente,
“gracias a la sensibilidad de Pilar (Sánchez)” garantizó que, en caso de que se volvieran a repetir estos episodios, los 80 habitantes podrán
ponerse a salvo sin arriesgar su integridad física.
“Todo lo que sucedió
fue fundamental también para que el Gobierno andaluz comenzara a actuar en serio en el Guadalete”, señala, por su parte, el profesor e investigador
Agustín García Lázaro, quien documento en el blog
http://www.entornoajerez.com/ todo lo acontecido durante finales de diciembre y la primera quincena de enero en un riguroso y muy recomendable trabajo, donde se analiza, entre otras cosas,
la gestión de los desembalses que impidieron una catástrofe mayor ante las avenidas sufridas.
El estudio
Aspectos hidrológicos de los episodios de inundaciones en Andalucía, de la Agencia Andaluza del Agua, sirvió de punto de partida para llevar a cabo actuaciones que, algo más de una década después,
han permitido reducir los riesgos en caso de avenida y continúan en el marco del plan especial para la recuperación y puesta en valor del Guadalete.
“La administración autonómica comenzó a
retirar los lodos sedimentados en el cauce y a eliminar los eucaliptos, vegetación no autóctona del río”. Únicamente con estas dos medidas, los estudios indican que, en los llanos de La Ina
se ha reducido en 30 centímetros los cálculos de inundación. En alguna zona, “
se ha recuperado el cauce original, prácticamente”, como en la Junta de los Ríos, han proliferado motas y se restauran las graveras, cicatrices en el paisaje, que se llenaban de agua.
Quedan pendientes, sin embargo,
actuaciones en infraestructuras, como en la autovía Jerez-Los Barrios, para facilitar el desagüe, y
ahora Diputación actuará en la carretera de La Ina con el mismo fin.
Otras propuestas fueron finalmente rechazadas. Se planteó regular Arroyo Salado en su entrada en Torrecera con una
pequeña presa, trazar un cauce alternativo en La Gredera e incluso reubicar a vecinos residentes en viviendas más vulnerables.
Diego Almodóvar, también presidente de los
vecinos de El Portal durante años y activista medioambiental, recuerda que
el traslado pudo haber sido una buena solución, pero nunca se lo planteó. Con domicilio en calle Democracia, junto a la popular Venta El Pollo, a escasos metros del río, asegura que él
nació “en la orilla del Guadalete y moriré en la orilla del Guadalete”. María José Tejero coincide. Vio la luz en la casa que habita, donde antes vivieron sus padres y sus abuelos.