En un suicidio hay una persona que muere y otras que sobreviven. Es una supervivencia dolorosa, cargada de estigmas, de culpas, de dolores propios e incorporados. Lo sabe bien María Jesús León, Susi León, que lo ha sufrido dos veces. Su propia experiencia decidió contarla en un libro llamado Amazona en la centella, cuando, parafraseando a Pedro Salinas, se vio a ella misma cabalgando, en medio de la oscuridad, montada en una estrella fulgurante.
Aquel libro fue una enorme autoayuda. Y también su lectura ha auxiliado a mucha más gente. Esa labor de acompañar y atender integralmente a los familiares de personas que han perdido a un ser querido por suicidio la ejerce ahora desde la presidencia de la Asociación Andaluza de Supervivientes por Suicidio de un Ser Querido Ubuntu. León tiene claro que los suicidios se han convertido en una “emergencia nacional” y que son fruto de “un fracaso de todo el sistema”.
León, tras sus dos trágicas experiencias y la publicación de su libro, conoció la existencia de Papageno (www.papageno.es), la Asociación de Profesionales en Prevención y Postvención de la conducta suicida. “Una amiga me mandó un mensaje diciéndome que Daniel López, el presidente, estaba explicando para qué servía esta asociación y que querían promover grupos de familiares afectados”. Ella acudió y ese mismo día ya había un grupo de catorce personas. “Compartir es muy importante”, subraya. De esos contactos, surgió la idea de crear Ubuntu (info@ubuntu-andalucia.es) para agrupar y especificar esta tarea de acompañamiento y atención.
Según Ubuntu, en 2020 se registraron 95 muertes por suicidio en la provincia, de los que 69 eran hombres y 26, mujeres. En términos generales, es casi un 8% más que el año anterior. Además, se cree que hubo, al menos, 1.900 intentos. Los suicidios dejan supervivientes en duelo. Una media de seis personas quedan profundamente afectadas por cada fallecimiento en estas circunstancias.
Ubuntu se constituyó como asociación en 2019 y, desde entonces, no han parado, aunque la pandemia sí les haya frenado. “Ha sido muy doloroso porque, al mismo tiempo, que no podíamos reunirnos ni hacer actividades, el Covid trajo muchos más casos”. Finalmente, el pasado mes de noviembre, en un emocionante acto, pudieron reunirse en Cádiz y conocerse. Fue otra evidencia de que los suicidios siguen creciendo. “La difusión del encuentro llevo a muchas personas a acercarse. Algunos casos eran muy recientes”.
La pandemia, y todos las derivadas psicológicas que ha traído el aislamiento, el miedo o la soledad extrema, han acentuado la necesidad de más formación y preparación sobre unas muertes que se escondían por diversas razones. “Es una emergencia social y sanitaria. Nosotros podemos tener grupos de ayuda, pero lo que hace falta es que la sanidad pública lo aborde. Nos llevan prometiendo mucho tiempo un teléfono para prevenir conductas suicidas y asistir a las personas en duelo. Pero no llega”, lamenta León.
“El suicidio es algo devastador. Los familiares tenemos el duelo por la pérdida de una persona a la que amábamos. Pero se nos junta con muchas más cosas”. Está la culpa. “Piensas que no hiciste lo correcto, que no quisiste a esa persona lo suficiente, que no pudiste ayudarla”, detalla. Está la vergüenza. “Hay un estigma, te señalan”, añade. Llega la ira. “También te enfadas. Te preguntas por qué te ha hecho esto”. Y, al final, llega el perdón. “Compartir la experiencia te sirve para darte cuenta de que tú sí has amado a esa persona, que no eres responsable de lo ocurrido. Perdonas a esa persona y te perdonas a ti misma”.
A León la ayudó, además, escribir sobre su propia experiencia, También el relato que vio un día en la televisión de una superviviente a un tsunami que lo había perdido todo. “Te das cuenta de que no eres la única que sufre”. Y también el retiro y la meditación. “Superar el duelo es transformar el dolor en amor”.
La reciente muerte de Verónica Forqué ha vuelto a poner el foco en el suicidio y en el debate sobre cómo se debe informar sobre él cuando siempre ha sido un tabú en los medios de comunicación. Papageno, de hecho, emitió un comunicado esta semana rechazando el tratamiento “sensacionalista” y negándose a participar en programas sobre muertes concretas.
“El suicidio necesita una visibilidad, porque es un problema real, pero debe ser abordado desde la esperanza, tanto para la prevención como para las personas que pasamos el duelo”, defiende León.
Ubuntu ya tiene preparado un completo programa para 2022 que incluye jornadas formativas, trabajos en red, fomentar grupos de ayuda mutua y un encuentro anual para la puesta en común, que se celebra el tercer sábado de cada mes de noviembre. De momento, ya hay dos grupos funcionando en Cádiz, otros dos en Sevilla, y uno en Córdoba y Jaén. “Queremos llegar a toda Andalucía”. León, que es profesora, está acostumbrada a liderar muchos movimientos sociales. Como buena amazona, lleva muchos años subiéndose a un caballo, luchando contra la oscuridad y dejando luces centelleantes por el camino.
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