Fue un gran avance la introducción de primarias y consultas a los afiliados en los partidos políticos. A la vista de las últimas consultas, se corre el riesgo de devaluarlas con preguntas banales o de respuesta dirigida. Preguntas usadas como herramientas de presión en la negociación, más que como una validación del resultado de la misma. No es razonable preguntar cuando aún se está negociando, lo normal sería hacerlo sobre el acuerdo alcanzado. Se corre el riesgo de faltar al respeto intelectual a los consultados y romper las negociaciones.
Que las consultas se pueden manipular o trivializar es una evidencia que estamos sufriendo, pero titulares como el del Diario El País de este fin de Semana “El rechazo a la coalición con Podemos une a todo el PSOE“ es una burda manera de manipulación a la que por desgracia los medios de comunicación nos tienen acostumbrados. Sería mejor que eviten la manipulación y la formación de opinión, pues la experiencia dice que los consultados se revuelven. Y aún más teniendo en cuenta las preferencias publicadas por el CIS hace unos días y el precedente de las primarias de 2017.
Es llamativa la capacidad que tuvo la izquierda en acabar en solo 48 horas con el gobierno del PP y la incapacidad en tres meses de llegar a un acuerdo para formar un gobierno, es desesperante. Es muy probable que una vez más la larga mano del frentismo heredado de la guerra civil muestre sus secuelas en la imposibilidad de hacer gobiernos multicolor. Sin olvidar la histórica desconfianza mutua de la izquierda.
No es un fracaso ceder, se debe negociar con firmeza, flexibilidad y discreción. Han hecho habitual el despreciar a los adversarios como gente que sólo aspira a los sillones. Se destila arrogancia cuando se acusa al minoritario de que está en política para pillar cacho y hacerlo con gestos de sacrificio desde una buena poltrona a veces de por vida. Y no necesariamente hablo de las negociaciones del Gobierno de España.
La ilusión que catapultó el 26 de abril al PSOE se basó en un sueño colectivo por regenerar la política, por acabar con la corrupción, por revertir las políticas antisociales de la derecha…, Primero acuerdo programático y luego de sillones, no podemos ir a unas nuevas elecciones, la ilusión es un capital muy difícil de atesorar y muy fácil de dilapidar.
El ‘No es No’ de hace 3 años para muchos sigue vigente, nada cambió en la derecha: su posición ante la violencia machista, la homofobia, los desahucios, la precariedad laboral, la falta de vivienda, el deterioro de la sanidad y educación pública, la desigualdad, la memoria de las víctimas, de todas. Son los principios que la derecha defiende y que por ello a algunos nos hace mantener el No es No para no apoyarlos, o para no gobernar con su abstención.
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