Plaza del Pósito

La crítica, un arma cargada de futuro

Lo triste del fenómeno del resurgimiento de la extrema derecha en las elecciones andaluzas es que aún no sirvieron para comprenderlo, para ver cómo combatirlo..

Publicado: 07/01/2019 ·
23:08
· Actualizado: 07/01/2019 · 23:08
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Autor

Santiago Donaire

Santiago Donaire es un histórico militante socialista de la provincia de Jaén comprometido con su tierra

Plaza del Pósito

La actualidad política y social narrada en este espacio desde la experiencia de un librepensador

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Lo triste del fenómeno del resurgimiento de la extrema derecha en las elecciones andaluzas es que aún no sirvieron para comprenderlo, para ver cómo combatirlo o cómo corregir los errores o mejorar las defensas, sino para otras dos cosas bien distintas: o para poder decir "yo ya lo dije", o para arrojar las responsabilidades a la cabeza entre unos y otros, en el habitual ejercicio cainita. Y la mayoría de las veces tristemente para las dos cosas a la vez.

Este tipo de ejercicios mediocres son propios de individuos mediocres. Los mismos que parasitan en organizaciones, que han preferido rodearse de brazos de madera acríticos, que solo le dan la razón a los de arriba. Huyendo de las voces internas que optan por aportar una visión diferente a la imperante. Porque la crítica es propia de gente brillante, inquieta, curiosa. Quien es mediocre en lo orgánico lo es también en lo profesional y en lo político.

Dotarse de órganos plurales no es solo un ejercicio democrático o coherente con la diversidad que puebla las bases de una organización, sino también un salvavidas táctico: si solo te rodeas de quienes te dan la razón, ya sea por admiración, miedo o interés, no solo el debate se empobrece, la crítica desaparece y el nivel se hunde, sino que dejas de ver las aristas y ángulos de realidades que son poliédricas, te faltan gafas para mirar puntos muertos y voces que podrían advertirte de errores y peligros inminentes. La miopía voluntaria es tan orgánicamente cómoda en el día a día como estratégicamente estéril y suicida en el medio plazo.

Decenios de abandono en el ejercicio de la crítica y la ausencia de liderazgo ideológico impiden a las organizaciones maniobrar con la agilidad que los nuevos tiempos hoy requieren. Hay que regenerar el discurso, hacerlo creíble, renovar las caras, seducir de nuevo y eso solo es posible con la aportación plural y global, nadie sobra.

No hablo de una crítica sistemática, tal que mosca cojonera, sino constructiva, creíble, buscando corregir lo que nos desvía de nuestros orígenes, de nuestras bases sociales, de donde nunca debimos de alejarnos. Que rompa la endogamia y persiga los intereses globales por encima de los personales.

Por eso hoy más que nunca las organizaciones progresistas, para hacer frente al resurgimiento del  fantasma de la extrema derecha y para poder construir un mundo más justo, deben ser plurales y propiciar un rearme ideológico, basado en la capacidad analítica y crítica de sus bases. Generar un movimiento que añada a la acción colectiva, la individual. Abriendo tantos frentes como activistas. No basta con ser correa de transmisión de las estructuras, hay que conseguir convertir en agitadores a cuantos coincidan en la necesidad de transformar este injusto mundo hacia una sociedad más igualitaria, feminista, solidaria y democrática. Dar las espaldas a ello significaría abrir las puertas a una mayor desigualdad, a la intolerancia y quién sabe si al fascismo.     

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