Plaza del Pósito

Los olores, nuestros recuerdos

Esta semana en La Plaza del Pósito estamos un poco hartos de política, cansados de torpezas entre los que se les supone más preparados...

Publicado: 29/10/2018 ·
23:58
· Actualizado: 29/10/2018 · 23:58
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Autor

Santiago Donaire

Santiago Donaire es un histórico militante socialista de la provincia de Jaén comprometido con su tierra

Plaza del Pósito

La actualidad política y social narrada en este espacio desde la experiencia de un librepensador

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Esta semana en La Plaza del Pósito estamos un poco hartos de política, cansados de torpezas entre los que se les supone más preparados. Muy dolidos al constatar como la Justicia aguanta el equilibrio de la independencia ante el resto de poderes y sin embargo se rinde ante la banca, todo ello nos huele muy mal.

El que asociemos la sumisión, la mala política con los malos olores, nos da pie a hablar de ellos, de política descansaremos esta semana.

El sentido del olfato en los homínidos urbanitas, es el menos desarrollado de los sentidos, y es una pena ya que nos priva de una importante parte de información sensorial. Somos perezosos para las sensaciones olfativas, pues su uso requiere de un esfuerzo, que no siempre estamos dispuestos a realizar.

Este sentido salvo para privilegiadas y educadas narices es de difícil cuantificación, matización y definición. Los mortales normales a lo más q llegamos es a guardar los olores en la memoria asociados a recuerdos, a objetos o lugares.

Así el aroma de higuera o de jazmín lo asociamos a esas plantas y al verano, el olor a tierra mojada imposible de definir sin ligarlo a las primeras lluvias o el de calabaza asada a los fríos y a San Antón. El olor de la jamilla y el de los mantecados saliendo del horno se definen solos, mientras que el azahar y los claveles no se pueden separar de la primavera.

Las ciudades, sus barrios y hasta los vecinos tienen sus propios olores, los tiempos pasados también los tienen. Pepitoria, potajes o estofados se escapaban por las ventanas de los barrios populares y el de cocer morcilla de cebolla en la antigua plazoleta de los huérfanos, y hoy en La Barra de mi amigo Carlos.

 Olor a fritanga, a meados o a ambientador barato para las zonas de copas. Las palomitas se archivan con los centros comerciales y cines.

Las relaciones van con el sudor, el sexo y el cuerpo recién duchado. Joya de Myrurgia para nuestras abuelas y Coco de Chanel para los amores prohibidos. Olor a hombre, con Varón Dandi y Floid vigoriso mentolado en las barberías de antaño.

El recuerdo de los bebés se guarda con el olor de sus cuerpos recién bañados o al de papilla de cereales tostados.

La lejana niñez en una provincia rural está archivada junto al hedor de los animales con los q se convivía, la matanza, los peros de invierno, las gamboas, el pan recién hecho...

En fin no quedan caracteres en esta estirada tirilla que en papel también tiene su olor, solo desearos que continuéis guardando aromas con recuerdos durante muchos años.

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