Patio de monipodio

Cinismo ultra

“Si contagiamos a los demás la culpa será de quienes no nos impiden manifestarnos”. En el “súmmum” del cinismo y la iniquidad proclaman el fin de...

Publicado: 27/05/2020 ·
13:11
· Actualizado: 27/05/2020 · 13:11
Autor

Rafael Sanmartín

Rafael Sanmartín es periodista y escritor. Estudios de periodismo, filosofía, historia y márketing. Trabajos en prensa, radio y TV

Patio de monipodio

Con su amplia experiencia como periodista, escritor y conferenciante, el autor expone sus puntos de vista de la actualidad

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“Si contagiamos a los demás la culpa será de quienes no nos impiden manifestarnos”. En el “súmmum” del cinismo y la iniquidad proclaman el fin de la responsabilidad personal y el principio de obedecer, sólo si es obligado por coacción, propio de quienes añoran y quisieran imponer un régimen totalitario. De quienes promueven y reclaman borreguismo, que otros decidan por ti o incluso contra ti, cumplir solamente bajo imposición y amenaza; y pese a todo exigen en la calle su “derecho” a conculcar la libertad de los demás. Imponente y pomposo cinismo organizado con instrucciones expresas, para alegar mentiras, para confundir con protestas del tipo “nos echan por llevar la bandera de España” ¿A quién quieren engañar si no es a sí mismos? La exaltación pretendida de los colores patrios deja los colores patrios en tan mal estado como su capacidad moral con mentiras de tal calibre. Las manifestaciones no están prohibidas. Están prohibidas las reuniones y concentraciones, con el motivo, excusa o pretexto de dificultar el contagio. Hacen mal en descubrir tan pronto su afición, porque eso puede retraer alguna de sus “conquistas”. Con mentiras tan burdas sólo es posible convencer a quienes ya estaban abonados a sí mismos, a quienes ya están predispuestos de antemano, y a quienes prefieren que otros piensen por ellos, porque prefieren ser dirigidos como esclavos en un rebaño.
    

El mayor ejercicio de cinismo canalla desde las “operaciones de limpieza” USA en Indochina, la “limpieza” étnica de Hitler o la de sangre de la “Santa” Inquisición. ¿Puede quedar gente tan adocenada, tan simple o tan cobarde para dejarse guiar por los enemigos de la libertad, por quienes no sienten escrúpulos para protestar por la supuesta disminución de su libertad, con el único fin de, no ya disminuirla, sino eliminarla enteramente de la legislación? ¿Es posible tanta torpeza, o ceguera? ¿Tanta maldad? El ínclito presentador premiado por sus servicios al fascismo, llama “ciudadanos” a los provocadores y “radicales de izquierda” a los demócratas. Increíble montaje para denunciar un falso apuñalamiento y esconder a los verdaderos violentos. ¡Qué ricos! Dolidos por no poder transportar virus a costas, urbanizaciones, gasolineras, restaurantes y hoteles. No tuvieron bastante con los generosamente repartidos en la huida del 15 de marzo y ya están deseosos de esparcirlos por club de campo, y campos de golf. Para que luego digan que los ricos no sufren: no poder lucir sus Jaguar, Lincoln, Lexus, Aston Martin; sus joyas, sus pieles con el frío en retirada.

Se creen el mundo y lo quieren a su servicio, todo dispuesto para servir a su antojo. Llaman en su auxilio al ejército y lamentan que sean fieles a su función, sienten no poder envenenarlos para atacar a unos ciudadanos en beneficio de unos súbditos. Pues las leyes obligan a todos o no son; si hay riesgo de contagio formar aglomeración no es ningún derecho da igual que bandera lleve. ¿A qué espera la Justicia? ¿A hacerlos dueños de la calle y puedan terminar, de verdad, con la libertad? ¿A otra limpieza étnica similar a la de su modelo? ¿A llenar las cárceles de “peligrosos elementos capaces de pedir pan y Justicia”?

 

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