Y eso ¿en qué provincia está?

Publicado: 28/01/2019
Autor

Rafael Sanmartín

Rafael Sanmartín es periodista y escritor. Estudios de periodismo, filosofía, historia y márketing. Trabajos en prensa, radio y TV

Patio de monipodio

Con su amplia experiencia como periodista, escritor y conferenciante, el autor expone sus puntos de vista de la actualidad

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El centralismo, cuando existe, no es una ubicación ni depende de ella. Es una mentalidad, un comportamiento, una forma de gobernar
El centralismo, cuando existe, no es una ubicación. Es una mentalidad, una actitud”. Respuesta de quien oyó decir que el centro geométrico de Andalucía es Badolatosa. Acababa de perder valor la ciudad situada en el centro, trasvasado a la provincia en que había sido enmarcada. Monumental monumento al provincianismo centralista: supuesto “combatir el centralismo” desde el centralismo provincialista. ¡Qué fuerza llega a tener un alcalde! Si la hubiera puesto a servir a su ciudad, la habría convertido en una de las más importantes del mundo. Sn embargo, poco más de un plan estratégico fue capaz de hacer en 14 años de mayorías.

Sólo ocurre en Andalucía, quizá porque muchas, la mayoría de sus ciudades pueden presumir de siglos de vida y porque la diferencia entre las principales dista mucho de las que se dan entre poblaciones de otras comunidades. Pero, cuando con veinte años, pedíamos la capitalidad para Antequera, no se conocía la existencia de una Constitución para Andalucía. En realidad, y merece más lamento que aplauso, se siguió el modelo español, de situar la capital en el centro geométrico para hacerla centro de todas las atenciones, aunque en Andalucía el centro geométrico dista bastante del geográfico.

Fue lo que movió a muchos a retirarnos: no queríamos reproducir el esquema español. Y lo que hizo a otros adobar la pretensión: la capital equidistante, para igualar distancias a todos los andaluces. Sin embargo ni se pueden igualar, ni siquiera acercar, ni es la capital quien decide la existencia o no de centralismo. El centralismo, cuando existe, no es una ubicación ni depende de ella. Es una mentalidad, un comportamiento, una forma de gobernar. Para otros muchos, la capital en Antequera no ha sido más que la canalización de su fobia contra Sevilla, movida por un ex-alcalde incapaz, falto de ideas, que, sin embargo, votó a su ciudad, no a la defendida por su situación geográfica, más o menos en el centro.

El centralismo no es una ciudad. Es una forma de gobierno. El centralismo madrileño no es Madrid, es la acción benefactora del Gobierno sobre Madrid, a costa del abandono del resto, lo que no se repite en Andalucía, donde la actual capital administrativa está muy lejos de ser preferida en inversiones ni en imagen. En nada. Juanma Moreno no va a descentralizar haciendo consejos de gobierno en un periplo por varias ciudades. Bienvenido sea el gesto, pero no pasa de ser un gesto lumínimo. Vamos, un farol. Frente a la teoría de la supuesta equidistancia, la práctica aconseja lo que sería justo: evitar desplazamientos al ciudadano. Ya ocurre en parte: nadie, absolutamente nadie, necesita ir a las consejerías a resolver sus dudas, gestiones o problemas. Para eso están las delegaciones. Ahora, el siguiente lógico y justo paso, sería ampliarlo a ciudades y comarcas, sin ajustarse a los límites de las demarcaciones provinciales, para lo cual no es preciso crear nuevas estructuras ni edificios administrativos. Instituciones hay -ayuntamientos, cámaras locales, cooperativas, etc.- desde dónde es fácil realizar cualquier gestión. Muy fácil. Si se cambiara físicamente la capital, pero no la mentalidad, a la inutilidad del cambio se añadiría un elevadísimo coste social, humano y económico. 

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