Patio de monipodio

Lo tóxico se extiende

Consecuentes con su tradicional aversión a la Autonomía, llegaron a hacer creer a los andaluces que “sólo eran una máquina de gastar dinero”

Publicado: 13/01/2019 ·
22:53
· Actualizado: 13/01/2019 · 22:53
Autor

Rafael Sanmartín

Rafael Sanmartín es periodista y escritor. Estudios de periodismo, filosofía, historia y márketing. Trabajos en prensa, radio y TV

Patio de monipodio

Con su amplia experiencia como periodista, escritor y conferenciante, el autor expone sus puntos de vista de la actualidad

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Hace cuarenta años, perdida la posibilidad de empezar de cero, romper con el régimen anterior y crear algo nuevo, distinto, miembros de “Liga Comunista Revolucionaria” (LCR), reclamaban a gritos un “Gobierno provisional” para el primer partido que había aceptado las reformas con que mantener intacto el régimen hasta la actualidad. O la “izquierda” es demasiado torpe, o hay demasiados “submarinos” entre ellos. O no hay izquierda. Hace un mes, dolidos, arrepentidos de haber hecho mayoría a la abstención y con su desilusión haber posibilitado la victoria reaccionaria del “tripartito”, jóvenes universitarios salieron a la calle en número abultado: más de 20.000 se reunieron espontáneamente en Sevilla que recorrieron de norte a sur, en protesta por las consecuencias previsibles, las que podían haber evitado con su presencia en los colegios electorales. Espontánea en toda Andalucía, la respuesta era esperanzadora.

Hace cuarenta años, elevados en su historia, unos políticos desarbolaron el buque del andalucismo, no el de un partido, el de la ilusión que había puesto en la calle mucho más de tres millones de personas y había dicho Sí a la Autonomía de primer grado, con un 93% de los votos emitidos. Consecuentes con su tradicional aversión a la Autonomía, llegaron a hacer creer a los andaluces que “sólo eran una máquina de gastar dinero”. Hoy, ya no existe la LCR, pero elementos de similar catadura, crecidos en autoproclamada superioridad no concedida por capacidad ni preparación, parecen querer desactivar el movimiento progresista surgido tras la irrupción ultra el 2-D.

Lo más lamentable llega cuando las contradicciones son tan claras pero se intenta “colar” como congruencia; cuando alguien insulta y dice haber sido insultado. Cuando se afirma “aprobar el derecho a decidir de los pueblos”, pero se le niega a Andalucía. Cuando se quiere imponer un criterio centralista, porque lo exige el “centralismo democrático”, y a la par se acusa que querer “colar” un acto por Andalucía. Cuando subjetivamente se reverdece el falso y rebuscado enfrentamiento andalucismo-universalismo, sólo presente en sus retorcidas mentes. Seguramente ni siquiera alcancen el grado de submarinos. Es muy fácil que solamente su ego personal, su deseo de figurar, de presumir del criterio que en realidad les falta, lo que les mueve a desautorizar, mentir, tergiversar; y a continuación cometen la doble falta de acusar a los demás de mentir, desautorizar y tergiversar.

Ya no existe aquel partido, ya nadie grita ante el muro del Alcázar. Ahora la dinámica-falta-de-dinámica se desarrolla a través de unos medios llamados “redes sociales” aunque algunos usuarios sean los menos sociales del mundo, ni, por supuesto, socialistas. Porque llamar “burgués” al nacionalismo andaluz y negar la existencia de un nacionalismo estatal, realmente, verdaderamente burgués, más que burgués, favorecedor del actual capitalismo monopolista, depredador de las zonas más deprimidas, habitadas por el proletariado más castigado, es la mejor, la más eficaz forma de defender al centralismo y a la opresión del monopolismo que el centralismo representa.

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