Señora “marida” (de su “señoro”)

Publicado: 09/09/2018
Autor

Rafael Sanmartín

Rafael Sanmartín es periodista y escritor. Estudios de periodismo, filosofía, historia y márketing. Trabajos en prensa, radio y TV

Patio de monipodio

Con su amplia experiencia como periodista, escritor y conferenciante, el autor expone sus puntos de vista de la actualidad

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Nadie niega que, históricamente, el varón ha tenido más presencia. Ni tiene sentido cambiarlo de un plumazo. Tender a la igualdad es ir a la equidad
Dice traer una “revolución lingüística, un caudal de agua fresca”. No. Congelada. Por antigua y porque golpea como un témpano de hielo. Así que “usteda” reconoce que la RAE no impone el lenguaje, que el lenguaje se hace a sí mismo. Pero intenta imponer un invento llamado “inclusivo y no sexista”. A ver si puede explicar por qué las terminadas en “e” y en consonante, son masculinas. Es que, su apellido sería masculino. Y cientos de nombres, como Raquel, Isabel, Dolores

Su personalidad quedó clara en un Pleno de septiembre de 1980 al aprovechar la resonancia de la radio, para que cinco fieles militantes hicieran creer que el pueblo gritaba contra lo que usteda y los suyos habían llamado “traición al pueblo andaluz”, “traición” que, por cierto, no tuvieron escrúpulos (ni escrúpulas) en firmar al mes siguiente, en cuanto su “partido amigo”, dio la orden. Posiblemente usteda ya preparaba el camino para su urgenta ingresa.

No se tome el idioma a choteo, porque lo crean los hablantes (sí, en plural). Y, porque no hay muchas Academias de la Lengua en el mundo, hablado y escrito pocas veces coinciden. Se hablan de ahora, pero escriben como en la Edad Media. Usted no quiere volver a la Edad Media, lógico. Más su pasado la descubre, porque es presente. Imponen las dictaduras. Y, fíjese: ni ellas han logrado imponer un idioma, tan natural es su evolución. Hasta se puede estar de acuerdo en la improcedencia de algunas expresiones, si llegara a entender que las improcedencias son bi-direccionales. Por ejemplo: en vez de “el que, los que”, puede decirse “quien, quienes” y algunas más, no pocas, prolija relación. Igual en otras expresiones, pues, aunque griten muy alto, no cambiarán que “general” es un cargo y termina en “al”, pero “generala” es un toque. O “cabo” un cargo y “caba”… a muy pocas les gustaría el apelativo.

Es falaz desacreditar a la RAE y al idioma por el número de hombres y mujeres. Nadie niega que, históricamente, el varón ha tenido más presencia. Ni tiene sentido cambiarlo de un plumazo. ¿Cómo sacarían las 463 académicas así, de golpe? Aplíquelo a todo. Tender a la igualdad es ir a la equidad. Los seres humanos deben tener estrictamente el mismo tratamiento. Y los puestos de responsabilidad deben ser para los más capacitados, da igual sexo y raza. Pero igualarlos ahora mismo, obligaría a despedir miles de directivos para colocar directivas. Le gustaría, ya, pero, como en el lenguaje, ni es lógico ni humano cambiar “unos” por “otras”, ni lo sería al revés. Téngase la idea fija y clara y deje actuar al tiempo. Tantos siglos no pueden cambiarse en un año, ni es aconsejable. No siga empeñada en imponer a la Academia el lenguaje de su gusto, porque la Academia incluirá cada palabra según vaya obteniendo aceptación pública.

Si no olvida que el idioma sirve para comunicarnos, verá que, para obtener expresiones no sexistas (ni en un sentido ni en otro, pues entonces también cabría recurrir la terminación femenina, y exigir, “periodisto”, “socialisto” y otros), que, seguro, la sociedad irá asimilando como ha asimilado palabras extranjeras, y hasta significados distintos al original. Entonces los verá incluidos en el DRAE.

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