Patio de monipodio

Insumisos sin vulva

Estos mesetarios no han retrocedido tanto como las portadoras del … “eso” insumiso, ni han conseguido llegar al siglo XXI

Publicado: 01/07/2018 ·
22:59
· Actualizado: 01/07/2018 · 22:59
Autor

Rafael Sanmartín

Rafael Sanmartín es periodista y escritor. Estudios de periodismo, filosofía, historia y márketing. Trabajos en prensa, radio y TV

Patio de monipodio

Con su amplia experiencia como periodista, escritor y conferenciante, el autor expone sus puntos de vista de la actualidad

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Disculpen, como parece que quien no inventa palabros no es actual… Pues quede claro, se puede ser insumiso con y sin vulva. Aunque a lo mejor ¿quién sabe? a los abogados y abogadas cristianos les molesta más un aparato genital de cartón, que el hecho de colocarlo en unas andas. Claro, en la carrera de Derecho no se exige historia. Y ahora, con los nuevos planes de estudio y las normas de Bolonia… casi ná.

Los de Historia sí saben que las procesiones son muchísimo más antiguas que el cristianismo, quien las prohibió hasta que al Cardenal Niño de Guevara, Supremo Inquisidor del Santo Oficio, se le ocurrió que sería más efectivo devolver a los descreídos ciudadanos andaluces el apego a sus antiguas fiestas y sus ofrendas, reconvertidas a las deidades cristianas, la única creencia permitida durante siglos en un Estado pacato y atrasado como el español, y su ausencia duramente castigada y “purificada” en el fuego. ¿No lo sabían? Otra lección gratis, no hay problema. Pues no se anduvo muy mal orientado, el Inquisidor General, que hizo más cristianos que la hoguera, pues la hoguera acababa con disidentes, incluso cristianos, que también los había y en buen número, pero era desagradable el olor a carne quemada. Y, aunque eso de los olores no fuera el fuerte de la época, tampoco quedaba muy estético. D. Pedro devolvió a la gente sus antiguas costumbres con fervor renovado, no solamente recuperado.

Estos, sin embargo, no van a alcanzar la santidad y menos aún el martirio, que dejan a las irreverentes portadoras, sólo por dar un paso más a la antigüedad, cuando a nadie habría molestado una desnudez, por natural; aunque nuestros primeros ancestros se avergonzaran de ella, pese a hallarse solos en el Paraíso. Aquí ni unos ni otros se avergüenzan, unas porque sólo transportaban un órgano vital de gran tamaño y otros porque se han creído poseedores de la única y absoluta verdad y les parece lógico condenar a quien no respeta escrupulosamente sus escrúpulos. Estos mesetarios no han retrocedido tanto como las portadoras del … “eso” insumiso, ni han conseguido llegar al siglo XXI, un difícil equilibrio del desequilibrado creerse impolutas guardas de la fe y considerar un derecho digno de judicializar aquello en lo que los demás no creen. Para que después hablen de los políticos que traen siempre atareado al super ocupado Tribunal Constitucional.

Sentirse ofendidos es algo, como mínimo, personal y subjetivo, y no parece que una opinión personal deba hacerse ley, por más vueltas que admita el Derecho. No parece que la particular creencia de cada cual, pueda superar al derecho objetivo a la libertad de expresión. Con cuarenta años de franquismo y ley “mordaza”, ya tenemos de qué preocuparnos para soportar, también, la intolerancia de unos abogados y abogadas que dicen ser cristianos, pero no siguen al creador de su religión: Él ponía la otra mejilla y estos devuelven latigazos por un acto como mucho de mal gusto. Con intolerancia y totalitarismo, veremos cuánto se tarda en volver a la intransigencia del franquismo, si un Parlamento medianamente democrático no pone remedio en un Estado aconfesional, como es el español. Al menos, sobre el papel.

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