Las mujeres no están para ser violadas. ¿Quién puede ser tan… (bueno, lo dejamos) para decir semejante barbaridad? Las personas no están para ser violadas. Sin embargo, si entramos en metáfora… mejor dejarlo también. Puede que sólo haya sido una metáfora, más bien figuración; en cualquier caso destila un aire rancio; muy rancio. Las leyes se violan desde el poder, ese es un problema. Y se presionan (se deben presionar) desde abajo, por el pueblo. Si las leyes no fueran contestadas, forzadas, estaríamos aún bajo las de Roma. Con casi plena seguridad; sólo casi, porque hay otros elementos interesados en el cambio de leyes. A su manera, es natural. Otros que, desde muy arriba y aunque pueden y suelen cambiarlas a su estilo y personal conveniencia, las saltan atléticamente, sin ser atletas, ni de cuerpo ni de mente.
Lo más fácil es que la frase, desafortunada como ella sola, fuera más jocosa que sentida. Pero se derivó a tan injusta como innecesaria referencia, para hacer uso del nefasto desprecio a la mitad de la población. Tan lamentable demostración de machismo, puede haberse debido solamente a un “lapsus”, a una igualmente lamentable broma de las inencajables en una sociedad civilizada. Tan lamentable, que ha nublado por completo la primera parte de la frase, defensora de una realidad con diversas lecturas. Comparar mujeres y leyes aunque ellas tengan sus propias leyes especiales -que se lo pregunten al juez Serrano- sí que aporta jocosidad. Recomendar resistencia a las leyes afirma su carácter temporal y apoya el derecho a protestar contra las injustas, demasiado presentes y lacerantes. Pero también las maniobras de los gobernantes para imponerlas. Por ambas razones, son las leyes las están para ser violadas.
Las leyes, sí. Las mujeres, no. Las personas tienen derechos que deben -o deberían- ser protegidos por las leyes. Le ha fallado el inconsciente. Porque no sólo las mujeres: todos somos violados permanentemente con cada irregularidad, cada arbitrariedad, cada duplicidad hecha para saltarse la ley original, aunque no limpiamente. Dicen “los otros”: ¿no queríais PP? Pues ahí lo tenéis. Cobardía incapaz de reconocer la igualdad de directrices y que sus mínimas diferencias formales, buscan aparentar para mantener la alternancia en el poder. Cada uno aprovecha las magníficas ocasiones que ofrece el gobierno de turno para llevar su ascua al calor del frío que ellos mismos levantaron. Y así alternativamente.
Una frase dicha con guasa puede provocar un torrente y terminar en dimisión. Quizá le traicionó el inconsciente, consciente como todos del femenino “La Constitución”, víctima de la equívoca legislación reinante y de la limitación de un Tribunal exclusivo. La Constitución, como Ley máxima, debe ser discutible por todos y aplicable por cualquier Juezcuando la contradiga otra norma menor, o sea, cualquier ley, decreto o reglamento.