Próxima a cumplir noventa años, la Bética se transforma y renace. Se renueva la Orquesta Bética, a partir de ahora Filarmónica y de Cámara. Esa es la buena noticia. La primera orquesta autónoma estable de Europa -un hito en la historia de la música, una singular aportación a la cultura desde Sevilla por iniciativa de Manuel de Falla- en su concierto de refundación llenó el inigualable escenario del Patio de la Montería, con sus acordes y su calor. El de la música, porque el tiempo estuvo muy apacible.
Quienes en alguna ocasión han menospreciado la afición sevillana a la música, o tienen mala bilis o hablan sin saber. Que también es torcida intención. Minusvalorar los llenos del Teatro de la Maestranza queda lejos del error fortuito: son ganas de mantener infundios tras los que esconder su personal malformación cultural. Sin duda alguna.
La nueva Orquesta Bética de Cámara, en una magnífica lección de buen hacer musical, repitió en el Alcázar el concierto con que se presentó en 1923. A El Amor Brujo sólo le faltó el fuego real bajo un escenario encendido por la maestría de los maestros y la voz de la mezzosoprano Isabel Egea. Muchos sevillanos, cientos, se lo perdieron por falta de espacio. Otra prueba de que Sevilla necesita y merece más de una Orquesta. La afición sevillana por la música, por el arte, es parte del arte consustancial a la ciudad. Hay ciudades con una especial sensibilidad para la música. Pero no están todas en Centroeuropa. Aquí, en Andalucía, al sur del continente y de la siempre pendiente Unión Europea, estuvo el centro de una Cultura y una Ciencia, base de todo el posterior progreso científico, técnico, artístico y musical de esta Europa irredenta, por su incapacidad para concretar una unidad real en vez de un mercado para beneficio de los más poderosos.
Aquí, en Andalucía, estuvo el Renacimiento, mucho antes de que apareciera en Italia y en Francia, y aquí sigue estando el gusto por lo exquisito, por lo sublime que conlleva el arte. Por eso defendimos siempre que Sevilla tiene público para varias orquestas. Una ciudad con cuatro universidades no merece menos. Lástima que el señor alcalde estuviera tan ocupado y se perdiera el concierto. Se lo perdió. Sólo que eso -y esto es lo malo- no debería, no debe ser reflejo del absoluto desinterés que los políticos -si no todos, sí una amplia mayoría- vienen mostrando por la cultura y, particularmente como es el caso, por la música. Cuando se creó la Sinfónica, agoreros incapaces de pedir perdón, le vaticinaron “fracaso” por la “escasa afición”. Escasa capacidad craneal, la de quienes lo sentenciaron. Y las administraciones -en este caso menos, pero también muy cicateras-cambiaron preferencias y abandonaron a la Orquesta Bética Filarmónica. Su personal y mínimo compromiso social quedaba resuelto con una sola orquesta. Pese al raquitismo artístico de semejante presupuesto, la Orquesta Bética Filarmónica ha sido capaz de mantenerse, gracias al trabajo de sus profesionales y de la Asociación que la ampara. Esperemos que, aprendida la lección -si son capaces de aprender- a partir de ahora disfrute de la atención retirada por tan cegata actividad, como es la falta de actividad. Gracias a la AsociaciónOBF y al Foro Al Andalus, verdadero regalo para Sevilla.