La Palmera, víctima de la mediocridad

Publicado: 26/04/2022
Autor

Rafael Sanmartín

Rafael Sanmartín es periodista y escritor. Estudios de periodismo, filosofía, historia y márketing. Trabajos en prensa, radio y TV

Patio de monipodio

Con su amplia experiencia como periodista, escritor y conferenciante, el autor expone sus puntos de vista de la actualidad

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El problema de La Palmera, la Gran Avenida de Sevilla, es el problema de pensar solamente en lo conservable y por esa regla que no respeta el entorno...
El problema de La Palmera, la Gran Avenida de Sevilla, es el problema de pensar solamente en lo conservable y por esa regla que no respeta el entorno vamos a la destrucción de la ciudad. Es el problema de considerar que sólo es conservable lo esencial y que, junto a un edificio de gran valor, si el de al lado no se le acerca en cuanto a categoría monumental, puede colocarse un edificio cuadrado. Eso es lo que está destruyendo la estructura urbana, el perfil longitudinal, la estética de Sevilla. Rota la continuidad visual hacia el sur por un edificio aislado sin sentido ni parangón en el lugar, La Palmera empezó a perder su fisonomía. Es la consecuencia de soportar a unas autoridades incapaces que no se quieren enterar que el urbanismo es un todo. Tienen la ceguera de considerar que basta conservar edificios emblemáticos y no hace daño colocar junto a ellos cualquier mole informe, en grave desprecio al valor de lo visual de la monumentalidad.

Así están destrozando La Palmera, quizá una de las Avenidas más hermosas de España, la gran puerta de acceso a Sevilla desde el Sur, dejando fuera de la declaración de BIC a la acera derecha, la que cuenta con mayor número de edificios monumentales, como la casa de Luca de Tena o los pabellones de la Exposición Iberoamericana y quitándole su valor a la declaración BIC de la acera izquierda, dónde se han cometido los mayores atropellos urbanísticos que un BIC puede soportar. Pero no es sólo lo BIC: eso es una declaración para asegurar una conservación que, a la vista de lo ejecutado, no basta para conservar el valor paisajístico y artístico de la Avenida. Porque la voluntad del Ayuntamiento es que si no consideran artística una casa la pueden dejar fuera de la declaración y, en consecuencia, construir cualquier cosa en su lugar, sin el menor respeto a las construcciones vecinas, a la forma, al estilo del conjunto. Porque para ellos no existen ni el estilo ni el conjunto.

No se enteran, no quieren enterarse, que una ciudad no es una sucesión de casas sin relación entre sí. Que una ciudad es todo lo contrario de eso. Edificios monumentales y no monumentales están juntos, unidos en el conjunto de la edificación. Sustituir un rincón o un edificio sin valor artístico aparente, tiene la perversa consecuencia de desfigurar el espacio. Es meter un añadido, una cuña, un mamotreto, un insulto a la inteligencia y destruir el encanto, la fisonomía, la unidad de pensamiento de una ciudad hecha a sí misma con un concreto criterio estético. El edificio encajado en el solar de una casa pretendidamente “sin valor arquitectónico”, desmerece el lugar. Lo BIC, o la declaración de Conjunto Histórico Artístico no debe aplicarse a unidades aisladas, sino precisamente al conjunto. Aunque el Ayuntamiento se empeñe en no quererse enterar, el urbanismo y la monumentalidad es un todo. No es posible admitir que una Iglesia barroca, o mudéjar, o renacentista, o un palacio medieval sea lo único conservable y quede aprisionado por unos edificios que desnaturalizan el conjunto. Eso es lo que está haciendo el Ayuntamiento con la deformación urbana de La Palmera.

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