Coge tu maleta que nos vamos de viaje. No sabemos el destino ni qué nos deparará. Pero esta vida, lo que está claro, es que es un viaje que comienza el día que nacemos. Cargada de constantes aprendizajes que tú decides meter o no en tu equipaje. Yo soy de esas que decido llevarlo todo en la maleta, aunque esté rebosando. Ya sea malo o bueno, nunca sabemos cuándo puede hacernos falta. Quizás lo malo nos haya enseñado a ser aún más fuertes, a valorar cada instante, a hacer que queramos ser mejores. Lo bueno probablemente nos haya hecho disfrutar, vibrar de la emoción, tener ganas de más. Por eso soy partidaria de llevar todo en mi maleta. A lo mejor algún día podemos darnos cuenta de que algo nos sobra, tan solo en ese instante lo que tendremos que hace, es dejarlo pasar y seguir avanzando mirando hacia delante. Porque lo que vino, aunque no lo quisiéramos, no lo podemos cambiar. Lo que sí podemos cambiar es el ahora, el cómo, cuándo y con quién. Cada día te da la oportunidad de sorprenderte a ti mismo o que te sorprendan. Porque nuestro destino no está escrito. Nuestro destino lo forjamos nosotros en nuestro camino diario. Así que ten tu maleta a mano y sigue caminando, no te detengas, disfruta siempre del camino porque a pesar de las dificultades, siempre tendrás a alguien caminando a tu lado que te enseñe que la vida es mucho más sencilla de lo que a veces imaginamos.
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