Nunca estamos preparados para decir adiós. Para ver marchar a alguien con quien has compartido tanto. Con quien has crecido durante años, con quien has sido cómplice de muchas de sus locuras, con quien has soñado tantos planes de futuro, con quien has inundado las calles con tan solo unas risas. Con quien los llantos duraban unas milésimas por acordarnos de cualquier estupidez, con quien la vida, esa que a veces es muy injusta, era mucho más amena, con quien Madrid se quedaba pequeña si se trataba de vernos, con quien las horas se convertían en milésimas de segundo. Unas palabras se quedan cortas para poder decirte todo lo que guardo de nuestros años de amistad. Me quedo con todo lo bueno, con la suerte que tuve de que aparecieras en mi camino, con tus ganas de querer ser. Esta columna es para ti y para tu amor por el periodismo. Por el que siempre luchaste durante tus años de carrera haciendo tus pequeños pinitos. Hoy te escribo para decirte, que estés donde estés, siempre vendrás conmigo. Que te recordaré por la buenísima persona que eras, por la espontaneidad que te caracterizaba, por tu amor por el FC Barcelona y el fútbol, por los momentos que has dejado grabados a fuego lento en mi corazón, que se me repiten constantemente al pensar que ya no estás aquí con nosotros. Si ya duele despedirse de alguien, aún más cuando esa persona tenía una vida entera por delante. Ahora solo nos toca seguir y vivir como si el mundo fuera a desaparecer mañana, por ti. Porque te lo mereces. Nunca te olvidaré, amiga Ana.
Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es