Días soleados radiantes de color, días nublados acompañados de grises, días lluviosos que reflejan la cárcel de sentimientos que ahora mismo conviven en nuestro interior. Días de todos los colores y olores que no podemos disfrutar. Un café de buenos días en la terraza de un bar, un paseo en compañía para coger aire, una manga de entretiempo para no equivocarnos con la incertidumbre de este temporal. Primavera, si ya eres efímera de por sí, este año no nos dará tiempo apenas a verte pasar, aunque siempre después de la tormenta viene la calma. El año que viene te esperaremos aún con más ganas. Toda esta lucha le ha tendido la mano al planeta, parando un poco el crecimiento abismal del efecto invernadero y el cambio climático. Una lástima que haya tenido que ser el maldito virus el encargado de este alto. Muchas vidas perdidas, muchas familias rotas y un dolor que no conseguiremos borrar del recuerdo. Y parece que no llegaremos a entender cuáles han sido las causas que han producido esta crisis mundial. Casi ni entendemos este confinamiento por un virus. Ni entendemos qué significa el quedarnos en casa porque cada día hay más inconscientes en la calle poniendo en riesgo la vida de los demás. Sociedad y racionalidad casi nunca unidos, pero haciéndolo por la fuerza, la humanidad parece que actúa mejor. Curiosa la paradoja. Muchos se quedan sin aire para que tú respires mejor.
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