Qué bonito es llegar a casa y que tú estés. Da igual cómo sea mi día o en el estado en el que yo llegue, tú siempre vas a estar ahí. Con ganas de verme, de saludarme, de estar a mi lado. Con ganas de sentirme una vez más. Y no importa nada si antes de salir de casa hayamos reñido, porque te olvidas de todo. Siempre fiel a tus principios, pero sobre todo a mí. No me preguntéis el porqué, pero quizás sea nuestra compañía la que les haga sentirse vivos. La que les haga ser quienes son. Quizás siguen recordando que les has dado la vida, un hogar, un lugar donde poder crecer, donde poder ser, donde poder sentirse parte de una familia. Porque estaban abandonados, sin haber sido aceptados en el lugar donde habían nacido. Sin haber tenido ni siquiera una oportunidad. Y de repente, apareciste tú para salvar a ese perrito o ese gatito. De repente, iluminaste su vida. Y qué bonito que cada mañana vengan a buscarte para darte los buenos días, que en los malos momentos estén justo ahí, a tu lado, que se emocionen contigo y lo más importante, que nunca te abandonen. Date una oportunidad, dales una oportunidad: ADOPTA.
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