¿En qué nos estamos convirtiendo? La sociedad cada día cuesta más entenderla. Es complicado encontrar un por qué a más de una de las acciones que a día de hoy ocurren. Sí, es difícil. Saber que hay personas que disfrutan viendo sufrir a otras, que llevan el daño por bandera, que buscan nuevas víctimas por cada esquina, que arrebatan vidas en lugar de quitarse la suya. Personas que no saben el significado de la palabra no. Porque no, es no. No tiene más vuelta de hoja. Y no tienen escusas, no se puede defender lo indefendible. Lo hecho, hecho está. Y el daño permanece. El daño no hay quien lo borre por más que los años pasen. No tiene arreglo. El arreglo deberían tenerlo en sus mentes todas esas personas que atentan contra la libertad de otra. Sin esperarlo, sin merecerlo, sin tener ningún motivo para hacerlo. Porque nadie es dueño de nadie. Tu vida tiene tu nombre y apellido, que no te hagan creer lo contrario. Tú eres quien maneja los hilos. No eres una marioneta ni ningún juguete que puedan manipular. Tú eres tú. Con tus virtudes y defectos. Y así tienen que quererte, así tienen que respetarte. Si no lo hacen, quizás esas personas debas echarlas de tu vida, aunque cueste. Aunque en el fondo quieras pensar que no son así. El primer paso para avanzar, es asimilar todo esto y una vez asimilado, no permitas que nadie calle tu voz. Grita fuerte y sé libre. Te lo mereces.
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